Mañana Felipe y Letizia atraerán de nuevo los focos, algunos arrastrados aún por la resaca de la boda británica. Hay que ver de cerca si Letizia luce ojeras o ya se ha retocado. Será durante la entrega de las "acreditaciones" como embajadores honorarios de la Marca España a Nadal, Garrigues, Inma Shara, el Instituto Cervantes o la Fundación Vicente Ferrer entre otros. Han contribuido a una imagen positiva de España en el exterior. La prensa rosa dedicará cuatro palabras a los organizadores y más líneas a la princesa; la prensa económica dará algún párrafo del discurso de José Luis Bonet, presidente de Freixenet y del Foro Marca España. Es probable que ahí se quede todo.

Pero esta historia que iniciaron las firmas de renombre para crear marca fuera de nuestro país tiene algo de inusitado, si tenemos en cuenta lo poco acostumbrados que estamos a las iniciativas de nuestros empresarios, un sector no precisamente preñado de emprendedores. Los que lo fueron están en este proyecto, exportan y aunan esfuerzos junto con el Gobierno de Zapatero. Iniciativa privada y pública unidas porque ambos lados son conscientes de que las exportaciones es lo único que ha tirado tímidamente de la economía. Dice Bonet que en esto de las marcas hay que pensar en el clásico: Nokia y Finlandia ¿quién necesita más a quien? ¿Zara, Pikolín o Freixenet hacen España y viceversa? Desde luego.

Bienvenidos, pues, sean estos proyectos que a veces despachamos de modo displicente. Menos bienvenido es que -dada la situación económica- los de la Marca España se empeñen en las ayudas fiscales aprovechando lo del Pisuerga y Valladolid.