De lunes

Economistas "aterrados", por no decir acojonados

En el otoño pasado, un grupo de economistas "aterrados" -economistes atterrés- hicieron un manifiesto que extendieron desde el París que protestaba al resto de Europa y ámbitos académicos de EEUU. Su intención era abrir un debate sobre las decisiones de política económica, ante la manifiesta inutilidad de los viejos manuales, teorías y doctrinas que manejaban para dar respuesta a la crisis. Corrió como la pólvora, incluso fuera de los ámbitos puramente económicos.

El texto es fácil de entender, quizá porque no profundiza demasiado. Por eso auna voluntades. Despiertan más adhesiones las falsedades que denuncia que las propuestas que lanza. Resulta más fácil hacer diagnóstico que compartir los remedios contra la enfermedad, pero hay consenso en que no supieron prever la hecatombe.

Era "inevitable" y nadie supo "evitarla", atestigua el economista, escritor y ex ministro Jordi Sevilla, que presenta el manifiesto el miércoles. Sevilla explicita como son mucho mejores las críticas que las propuestas de los economistas "aterrados". No se atrevieron a titular "acojonados" -lo que están- aunque el término existe en francés.

Lo cierto es que la proclama se convirtió en la UE en una especie de best seller, al estilo de "Indignados". Textos breves y sencillos, que sirven para internet, para expulsar la ira -como las patadas contra la pared y algún twitter- pero están lejos de sugerir el remedio para canalizar esa ira e impotencia que nos invade.

¿Es lo normal cuando no hay tiempo para investigar y pensar por la prisa? Me apunto al diagnóstico de Ángel Gabilondo: la prisa es el otro nombre del miedo.

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