El desconcierto

La defenestración castellana de Arrimadas

La defenestración castellana de Arrimadas
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en una rueda de prensa en la Junta de Castilla y León, a 20 de diciembre de 2021, en Valladolid, Castilla y León, (España).- Claudia Alba / Europa Press

De un tajo certero, Fernández Mañueco ha cercenado la cabeza de Inés Arrimadas. El Partido Popular ya la tiene en su cesta tras haber remodelado, cesado y ejecutado a los cuatro consejeros junto con el vicepresidente de Ciudadanos. Su entierro oficial será el próximo 13 de febrero, cuando sus restos políticos sean inhumados en las urnas de Castilla y León. Así terminará la relación de esta pareja de hecho, Partido Popular y Ciudadanos, en las vísperas del día de los Enamorados. Este divorcio a la castellanoleonesa trasciende la dureza castellana y va mucho más allá de la  áspera tierra de Alvargonzález para entroncar con la tradición cainita de la derecha española. Desde luego, no van a quedar ni las raspas de Ciudadanos.

Fernández Mañueco necesita la reducida bolsa de electores de Ciudadanos para asentar la previsible mayoría que va a obtener por Carnaval. Fuera máscaras, es su consigna, porque la derecha no necesita continuar con un disfraz que un banquero compró en Cataluña. Desde que Rivera hizo el ridículo ante las urnas, como otros tantos de su generación, Ciudadanos va dando tumbos sin ton ni son en manos de una mujer gramófono que se limita a emitir un desgastado disco rayado sobre Cataluña. Si en el mismo territorio catalán no hay ya quien lo compre, aún menos en tierras castellanas. Fuera del Partido Popular y de Vox, que intentan fajarse ante un correoso púgil como Sánchez en el cuadrilátero político, sobra Ciudadanos.

Por mucho que Villacís en Madrid y Marín en Sevilla pongan sus barbas a remojar, tras ver cortar a lo bruto las de Egea en Valladolid, no les llega la camisa al cuello. Su futuro depende del cálculo que hagan el alcalde de Madrid y el presidente de la Junta de Andalucía, que también va a convocar elecciones autonómicas antes o después del verano. Su posición no puede ser más airada tras la decapitación de su todavía jefa Inés Arrimadas. Si la critican, mal; y si la defienden, peor. Ni Martínez Almeida, ni Moreno Bonilla necesitan ya de sus servicios ni de sus apoyos. Vox les ha birlado la cartera en las dos capitales y se apresta a ser la muleta bien retribuida del PP en el ayuntamiento de Madrid y en la presidencia de Andalucía.

Es toda una ironía de la historia. Ciudadanos muere de éxito. Su discurso demagógico sobre Cataluña, que lo lanzó al estrellato, es quien ha parido la fuerza que lo mata, Vox. Los votos, escaños y consejerías que acaba de perder van a pasar a manos precisamente de los que han rentabilizado políticamente la cuestión catalana. Sin la demagogia sobre la sociedad catalana, Vox no pasaría hoy de ser una fuerza residual; sin Albert Rivera, aún continuarían predicando en el desierto en tertulias de mala muerte y mucha peor audiencia. Cría cuervos y te sacarán los ojos. dice un viejo refrán castellano, y bien a la vista se detecta como Ciudadanos es carne de cañón de Vox.

Castilla, pese a ser la cuna de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, es, o quizás habría que decir era, sede de una derecha conservadora, de centro derecha. Ahora está por ver, con esta irrupción de Vox, si aún seguirá siéndola. Todo dependerá de si Mañueco consigue los votos necesarios para gobernar con una mayoría suficiente. Él, como casi todos los presidentes autonómicos del PP, dependen solo de sí mismos, porque es bastante obvio que a Pablo Casado la dirección del PP le viene demasiado grande. Tanto que apenas va a poder tapar la debilidad de su liderazgo con el más que previsible triunfo de  Fernández Mañueco. Castilla y Léon, como antes Madrid o Galicia y después Andalucía, es donde están y estarán los líderes reales del Partido Popular, muy por encima del primo hermano de Antonio Hernández Mancha.

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