La soledad del corredor de fondo

Yo me quedo en IU

Cuando el pasado 1 de diciembre anuncié mi dimisión como Coordinador General de IUCM, lo hacía desde el convencimiento de que ya no tenía posibilidades de llevar mis ideas como dirigente a la práctica.

Ideas marcadas por mi defensa de la unidad y la necesidad de adaptar nuestra organización y nuestra propia cultura militante al escenario político y social de la España post crisis en la que entramos. No es mi intención en estas líneas la de buscar culpables por el conflicto político que sufre IUCM. En la asunción de mi responsabilidad personal está en parte el motivo de mi dimisión.

Soy por tanto una persona que discrepa, crítico con mi organización y opuesto a las tendencias y actitudes conservadoras que se resisten a los cambios que IU necesita, pero que no olvida la responsabilidad que tuve por declaraciones o por falta de capacidad para evitar errores garrafales, como el cometido por mi organización en las pasadas elecciones europeas. Entiendo por tanto el cansancio de muchos y de muchas en el proyecto, más en conflictos que ya duran demasiado tiempo, como el que vivimos en IU-Madrid.

Hoy es un día duro para personas que, como yo, hemos vivido e incluso protagonizado, disputas que han llevado a rupturas internas de las cuales me arrepiento y que con la experiencia que me dan 23 años de militancia, puedo afirmar que no han aportado nada a la izquierda de este país.

Pero el motivo por el cual rompo el silencio que he mantenido desde mi renuncia a la coordinación es para declarar que, a pesar de las discrepancias, yo me quedo en IU.

En mi opinión, en la fragmentación de la izquierda reside la esperanza de la derecha, y ese es el motivo que hace que no comparta la decisión de Tania Sánchez y de varios compañeros y compañeras de abandonar nuestra organización, militancia valiosa a la que respeto profundamente. Quiero declarar que soy un convencido de la necesidad de la unidad política y social de todos los sectores que sufren la crisis, vengan de donde vengan, pero no creo que la unidad se pueda construir desde la división de la izquierda.

Nuestro país no solo necesita un cambio político, sino que requiere de una profunda transformación social y económica, para lo cual se demanda una izquierda transformadora fuerte. Transformaciones que hacen necesaria la apuesta por proyectos de mayorías sociales, y veo difícil definir a la larga un proyecto de mayorías si nos olvidamos de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.

España es un país cuya población mayoritariamente se dedica a trabajos duros como el turismo, la hostelería, el comercio, la industria, el campo o la construcción, que investigan, curan, dan clases o prestan un servicio público en condiciones cada vez más precarias, sectores que progresivamente van siendo relegados de los discursos y las actitudes de las fuerzas políticas que defienden el cambio.

Siempre he defendido una gran alianza de carácter popular con las capas medias en crisis, autónomos o pequeña empresa, pero mantengo que no va a haber cambio en este país desde el olvido a los trabajadores manuales y administrativos que forman nuestra mayoría social.

Ese es precisamente el valor de IU, la de ser garantía de un cambio que no se va a frustrar, y que dentro del componente popular de ese cambio, las fuerzas del trabajo no van a ser, una vez más, relegadas del mismo. No olvidemos qué pasó en la Transición, pero tampoco olvidemos qué paso en 1982.

Pero para encarnar de verdad ese proyecto, todo puede sonar a retórica si IUCM no supera de manera definitiva el férreo control que ejercen sobre ella las corrientes y las dinámicas tradicionales de conflicto que han marcado nuestra historia.

Es necesario abrir en serio una nueva etapa, algo que solo es posible si damos paso a las progresivas aportaciones masivas de personas pertenecientes a las realidades sociales y laborales de nuestra región, no hechas a imagen y semejanza de las diferentes corrientes internas ni de sus núcleos dirigentes. Lo dije el día de mi dimisión y lo vuelvo a repetir.

Es crucial transmitir a la sociedad que sufre la crisis el mensaje de que IUCM va a apostar en serio por el cambio político en Madrid. Solo basta viajar en transporte público o darse una vuelta por nuestras universidades, por las salas de espera de nuestros centros de salud o por las oficinas de empleo para darse cuenta de que no se va a entender una confrontación electoral de IUCM con el partido formado por Ganemos-Podemos en Madrid ciudad. Seguro que hay margen para el acuerdo, que se pueden encontrar fórmulas para que nos encontremos todas y todos cómodos. Pero no protagonicemos aquello que decimos combatir, no demos imagen de formar parte de dinámicas de desunión. En mi opinión, sería suicida.

A nivel regional Podemos parece seguir una política corporativista, que entiende la convergencia como un proceso de afiliación a su partido. IUCM no puede hacer lo mismo, de ahí la necesidad de avanzar con otros grupos que apuestan por un referente unitario y apostar por una lista electoral más representativa de la sociedad civil madrileña, que pensar en una lista a imagen y semejanza de la realidad interna de nuestra organización. Una lista electoral que dé protagonismo a las expresiones del conflicto social y de las capas profesionales de nuestra región. Por último el programa; hablamos de ganar pero no de gobernar, y el impulso a un programa serio y a equipos de gobierno sólidos es otra de las aportaciones que IUCM puede dar al cambio en Madrid.

Y para terminar, es necesario superar las realidades más duras de nuestro conflicto. Quedan solo cuatro meses para las elecciones y todo debe pasar por la unidad y por dar protagonismo al futuro, de ahí la necesidad de que sean otros compañeros o compañeras los portavoces en el Ayuntamiento y en la Comunidad. En definitiva, estar dispuestos a renunciar a muchas cosas, menos a la victoria.

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