Fuego amigo

El departamento de imagen de ETA ha puesto tres bombas

Tres bombas, a cargo del departamento de imagen de ETA, para hacer más ruido en los medios de comunicación que en la vida real, apenas han movido la aguja del indignómetro. Las condenas de ayer, tanto por parte de las fuerzas vivas como por las amodorradas por las vacaciones, eran de puro oficio. Se notaba a simple vista que eran un trámite para los que toman lista (¡presente!), indignómetro en mano. A ver, chaval, sal ahí y di a la prensa que estamos muy indignados. Y así fue. Yo también quiero hacer constar que estoy muy indignado. Y es todo lo que tengo que decir a los trolls de la política.

Lo cual, una vez dicho esto, me lleva a la reflexión de que, al igual que los trolls de Internet elevan in crescendo sus insultos si no les haces caso, también corremos el peligro de que ETA aumente la carga explosiva de sus bombas y no avise previamente para así llevarse a alguien por delante, en vista de que no nos hemos indignado lo suficiente. El fascismo, en sus dos vertientes, es así de caprichoso. Un equilibrio difícil, porque nunca sabes cual es la dosis exacta con la que aplacar el desarreglo mental de los trolls.

Y son unos trolls porque me han obligado a dedicarles 35 segundos, cuando yo tenía preparado meditar para hoy sobre otro fascismo, éste con apariencia legal, el amparado por el "régimen" de Benito Berlusconi. Ayer fue el primer día de ese ensayo peligroso de las "rondas de vigilancia urbana", alentadas por los socios fascistas de la coalición gobernante en Italia, y que tan desagradablemente empiezan a parecerse a las que prosperaron en la Alemania nazi.

El partido La Destra (La Derecha) del neofascista Storace, ex ministro de Sanidad con Berlusconi, ha organizado sus Brigadas Negras, remedo de los camisas negras de Mussolini, con el nombre SSS (Socorro Social y Seguridad), una "ese" más que la organización paramilitar del partido nazi, las SS. Los camisas verdes, de la neofascista Liga Norte, también ha sacado a la calle a sus militantes, con la disculpa de organizarse mejor para la ronda ciudadana, a la busca y captura del inmigrante ilegal.

La posibilidad de estar sentado en Mallorca, sin saberlo, sobre una bomba de los nazis etarras es una nimiedad comparado con el polvorín fascista sobre el que está sentado el pueblo italiano. En el primer día de rondas en algunas ciudades de Italia también se estrenaba una reforma del Código Penal que tipifica como delito la inmigración clandestina, cuya sombra penal se extiende también a todo ciudadano compasivo que dé cobijo a los ilegales. Atado y bien atado.

Lo de las rondas, que ya ha provocado serios incidentes con grupos de izquierda, es un despropósito tal que en cierto modo recuerda a los spaghetti western en los que el pueblo competía con el sheriff en ver quién era más rápido en poner la soga al cuello a los cuatreros. No hay que ser un genio de la prospectiva política para saber que este disparate ahondará todavía más en la brecha que separa a las dos Italias, y que es la semilla que fructificó como una mala hierba en la Alemania de Hitler. Sobre el papel, los componentes (no más de tres) de las patrullas no podrán tener antecedentes penales, deberán jurar que no consumen alcohol, ni drogas, tendrán que presentar un certificado psicológico de que no están demasiado majaretas, y, en el colmo de la pirueta, no pueden pertenecer a ningún partido político. ¡Y los primeros que se apuntan son las juventudes hitlerianas de cada partido!

Ya lo decía Asterix: están locos estos romanos.

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