Fuego amigo

Problemas de vacaciones

Ayer, Juan José Millás contaba en el diario El País lo que le estaba ocurriendo con el ruido que suele acompañar a ZARA (Zaplana, Acebes, Rajoy y Aznar) en los telediarios y noticiarios de la radio: le recordaba el motor de la nevera, que hasta que no para su runrún no te das cuenta de lo molesto que es. Esto le ocurre, quizá, porque él utiliza sólo la cocina para desayunarse. Pero para los que cocinamos a diario, la imagen que mejor funciona es la del extractor de humos, que hasta que no lo apagas no eres consciente del infierno de ruido que estás soportando.

Es lo mejor de las vacaciones: las propias vacaciones de los crispadores, aunque no se sabe muy bien si porque sus obsesiones se diluyen en la modorra de la siesta estival, quizá ayudada por la pasión, como en el caso del hombrecillo insufrible, por el tinto de la Ribera del Duero, o si porque han llegado a la conclusión de que un país en pantalón corto y cámara digital en ristre no está en la mejor situación mental para soportar a los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Cierto es que hay que mantener una llamita, para demostrar que están vigilantes, como la lucecita de El Pardo en tiempos del asesino. Es una llama azul, como la del mechero de butano, azul por su aspecto noble, inocente, como una becaria del PP al mando de la crispación mientras el músculo de sus jefes duerme y la pasión descansa. La llamita se llama Soraya Sáenz de Santamaría, y es la secretaria de Política Autonómica del PP, y ayer, también salió al paso de las declaraciones del ex presidente González sobre la "regresión" del PP en su labor de oposición durante esta legislatura. Dijo que las críticas de González están "fuera de tiempo"; vamos, como si fueran batallitas del abuelete.

Lo cierto es que Felipe González había dicho verdades como puños de hierro, refiriéndose al asunto estrella de la oposición, que quisiera recordaros.

Es asombroso que haya tanto ruido con el problema de ETA cuando tenemos una amenaza más importante en esa materia. Yo he gobernado con cincuenta muertos de ETA, y Adolfo Suárez, con setenta y con ochenta. Y resulta que entonces parecía que ETA tenía menos importancia que la que hoy le atribuyen, cuando ahora está muy debilitada, aunque pueda matar, ¡eh!, que eso lo digo por propia experiencia, que en algún momento puede matar. Pero ETA está derrotada. Y la cuestión está clara: ¿por qué es más importante ETA ahora que está derrotada que hace veinticinco años, cuando secuestraba y mataba en la dimensión que todos hemos conocido? ¡Es que no es verdad, ETA, no es más importante ahora! ¡Es una manipulación política irresponsable! Pero aún es más ofensivo que haya gente que diga que es "un milagro" que se detenga a los terroristas de ETA. Porque yo que he estado en la sala de máquinas, igual que estuvo, por cierto, quien dice ahora esa barbaridad, sé que el mundo de los milagros pertenece a quienes se oponen a la educación para la ciudadanía. Lo que se está produciendo no es un milagro, sino el resultado de la eficacia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Esto es lo que me turba de nuestra situación política: que estamos viviendo de falsos problemas.

Es una maravilla que los problemas ficticios se tomen también sus vacaciones. Yo, que trabajé en la primera línea de diarios y telediarios, sé de la angustia que produce la sequía política, siempre soñando (sólo un ser carroñero, no menos que un político en la oposición, como un periodista, podía desearlo) con una desgracia de las de verdad, de esas que te salvan una edición o los telediarios de toda una jornada, sin pensar que hay vidas humanas por medio. Porque la renuncia de Puras, por ejemplo, en el PSN, que en el mes de mayo hubiera supuesto un terremoto ("El PECHOE che echtá dechmembrando"), ahora apenas llama nuestra atención.

Imaginaos la cara indescriptible (por lo tanto, no os la puedo describir) de los cuatro veraneantes del grupo ZARA, en bañador, con una cervecita fría bajo la sombrilla, viendo en lontananza cómo un petrolero va desapareciendo ante sus narices, engullido por la mar salada, o bien cómo estalla una bomba de ETA escondida en una papelera playera. Ese sí sería un veraneo, y no esta falta ensordecedora de runrún que le da un aspecto de parque temático a esta España de vacaciones.

Y que dios no me oiga. No jodamos.

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