Fuego amigo

A dios rogando

Aunque la existencia de dios no es una verdad inmutable, excepto en el potro de tortura, en la elecciones de los Estados Unidos quedó claro, una vez más, que dios forma parte del debate político, ya que no del científico. Para ambos candidatos, se trataba de un valor electoral imprescindible, aunque su nombre sea utilizado en vano o con la peor de las intenciones. En 2003, el ministro palestino Nabil Shaath contaba a la BBC una confidencia de Bush que dejó al mundo estupefacto, excepto a sus papás, que le conocen desde pequeñito: "He recibido una misión de Dios. Dios me dijo: ‘George, ve a combatir a esos terroristas de Afganistán’. Y así lo hice. Y luego Dios me dijo, ‘George, ve a poner fin a la tiranía en Irak’. Y así lo hice". Y un año después, en lugar de encerrarle en un manicomio, los norteamericanos volvieron a elegirle.

Con esos antecedentes a nadie extrañó que la religión entrase en el debate político con encono desde el primer día de campaña. Dios da muchos votos, incluso a los estúpidos. Y los neocons de McCain lo sabían. Por eso dedicaron parte de la campaña a denunciar que el dios de Obama era un dios equivocado, el dios de los terroristas del 11-S, el del Islam, el de sus antepasados, que para eso se llama Barack Hussein.

Allí tienen un sentido práctico de la moral, pero aquí la religión todavía está en manos de profesionales de la teología, como monseñor Cañizares, el cardenal primado de España. En nuestro debate, casi electoral, sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con una mención especial a la igualdad de derechos entre hombre y mujer, el príncipe de la Iglesia acaba de terciar con su visión medieval del mundo: "La ideología de género es una de las revoluciones más insidiosas que se han dado en la historia de la humanidad, y conlleva la destrucción del hombre".

Pero atención, cuando un tipo como éste habla del hombre, se refiere al hombre, y no a la mujer, ese instrumento divino que su dios creó para servir al varón, "porque no es bueno que el hombre esté solo". Él, al contrario que Obama, utiliza a dios, no para ganar el poder, que ya lo tiene, sino para acompasar el sentimiento religioso a la repugnancia secular de la Iglesia hacia la mujer.

Pero hay otras formas de sacar partido a dios. Ahora, una casa de apuestas británica quiere llevarse su parte de la tarta divina. Está en juego que el que consiga demostrar la existencia de dios podrá llevarse hasta 60.000 euros. No es mucho para tan colosal hallazgo. Por ahora las apuestas están en 4 contra 1, a la espera de esa mente científica (la teología no vale) que demuestre la existencia del ente divino.

Yo elevo al triple el premio, con el convencimiento de que ganaré aunque pierda. Para todos sería una espléndida noticia, pues para los que ya tienen fe supondría la confirmación de que habían elegido el camino correcto; y en cambio para los ateos, como yo, significaría nuestra definitiva salvación.

¿Para todos? No para todos. En realidad sería una pésima noticia para los profesionales del negocio como Cañizares, porque lo verdaderamente rentable para ellos es la imposibilidad de demostrar la existencia de dios. Como alguien gane la apuesta, al príncipe de la Iglesia de cola púrpura de siete metros le da un patatús.
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Meditación para hoy:

En Afganistán han matado en atentado a dos soldados españoles. Por desgracia, y una vez más, esos cadáveres están siendo moneda de cambio para la derecha que busca desesperadamente un paralelismo entre las dos guerras, la de Irak y la de Afganistán. Repito, la ilegal guerra de Irak, montada sobre la mentira y sin el amparo de Naciones Unidas, y la de Afganistán, donde nuestras tropas permanecen para mantener la paz y ayudar a la reconstrucción del país, por mandato de Naciones Unidas.

En estos casos, como un test insidioso, parece que todos nos vemos en la obligación de posicionarnos sobre lo que pensamos acerca del papel de nuestras fuerzas armadas en aquel país. Yo lo haré, para que nadie me acuse de escapismo. Y diré que me enfrento a esta guerra con una sensación parecida a la que tengo con respecto al aborto: creo que es una solución extrema, el último recurso cuando está en peligro una vida más valiosa que un feto. En el caso de Afganistán, la que fue una inmensa cárcel en manos del gobierno de los talibanes, las armas son el recurso para reinstaurar los derechos humanos. Otro debate será, por supuesto, al servicio de quién se ha puesto toda esa fuerza armada y si se está haciendo un uso provechoso de ella.

No pienso caer en la trampa de negar que esa paz se alcanza con la guerra, y no con oraciones o clases de manualidades. Así que me parece estéril el debate tan querido por nuestra derecha de si estamos en zona de guerra o no. Que se lo pregunten a los militares allí desplegados. Ellos saben que han elegido una profesión que lleva en el sueldo (escaso, seguro) el riesgo de recibir una bala perdida o saltar por los aires de un bombazo.

Lo que sí se merecen los dos militares muertos es descansar en paz, sin que la extrema derecha vaya a vociferar y rezar a sus tumbas, con sus impúdicos brazos en alto y sus arribaspañas.

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