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Los lunes, milagro

Aquí dimite hasta el Papa y no dimite Ana Mato, ni Mariano Rajoy que como el pastor dimisionario también vive rodeado de lobos sobre una finca devastada por jabalíes. Benedicto XVI dimitió un lunes y su gesto, en desuso desde la Edad Media, vino a aliviar la semana a los acólitos del PP, desplazando por unas horas los problemas de Génova a los corredores del Vaticano por los que aletea el Espíritu Santo despistado golpeándose con los muros sin saber sobre quien insuflar su místico hálito pues andan los obispos y cardenales enredados en los asuntos terrenales con la vista en el suelo y en el subsuelo, que no en los cielos, para sortear las innúmeras trampas que el Maligno teje entre la curia regalona y bien cebada.

Dimitió el Papa y no había traductores disponibles, todos los españoles que se pasan la vida aprendiendo inglés creen que hablan el italiano y las explicaciones del portavoz vaticano, Federico Lombardi, sonaban a música celestial en los oídos de fieles e infieles no dotados con el don de lenguas, perrogativa que administra el Paráclito en forma de lengua de fuego, que es el Espíritu Santo multiforme y a veces caprichoso. En la 13, la cadena católica y episcopal una traductora improvisada se trompicaba y balbuceaba sin acertar a seguir el previsible discurso del prelado. En TVE (24 Horas)  prescindían de la traducción sin complejos. Bandadas de clérigos tomaban los micrófonos y vaticanólogos, que de todo hay en la viña del Señor, tomaban los platós. Coincidían casi todos ellos en que a la Iglesia le convendría ahora un papa joven y dinámico de...67 años que son los que ha cumplido el cardenal más joven que asistirá al Cónclave en calidad de elegible. Consuela saber que hay un oficio en este mundo, aunque sea del otro en el que sigues siendo joven después de la edad de jubilación.

Dimitía el Pontífice por los achaques de la edad y sus debilidades y en los piadosos conciliábulos catódicos, y católicos por un día, peroraban los expertos sobre las consecuencias del "Vaticanleaks", breviario de conjuras y maniobras. Esta vez se reunirán los pastores, no alrededor de la oveja muerta sino del cordero dimisionario y expiatorio. El próximo papa será italiano, en las casas de apuestas lo tienen bastante claro pero como ya hemos dicho el Espíritu Santo es imprevisible y aleatorio. Un Papa negro podría ser el tapado, hay uno que suena en las candidaturas y también se habla de un hondureño dicharachero pues como dijo en su rueda de prensa vespertina el cardenal Rouco Varela, la Iglesia tiene que cambiar de ritmo. No apuesten por Rouco, es un consejo, Rouco es al papado como Pemán fue al Nobel, el eterno candidato, el orgullo de la curia nacional católica pero los españoles tendrán poco peso en el Cónclave, hay pocos cardenales en activo y abundan los prelados provectos y dimisionarios.

El Papa dimitió por la trama Gürtel tras conocer que en su visita pastoral a Valencia se forraron "El Bigotes" y sus secuaces del Orange Market, a río revuelto ganancia de pecadores. No fue así, aunque queda abierto a la especulación que el conocimiento de la pecaminosa trama ibérica fuera la gota que colmara el cáliz de su paciencia. Cosas más raras se han visto y se dijeron en este lunes de Carnaval, comparsa de clérigos que fueron "trending Topic" por un día de salmodias y homilías  en el que la obsoleta retórica clerical volvió a tener momentos de gloria. Sirva una muestra: "Benedicto XVI fue una roca segura en medio de la mar encrespada" dijo el director de una revista religiosa en un coloquio de la Trece. Pero la roca segura se erosionó muy pronto ante los embates de la encrespada marea. Aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron que dijo el poeta.

Los lunes, milagro, en El Vaticano y en Génova. El espíritu Santo inspiró a Carlos Floriano que encontró un método procedente por fin para despedir a Jesús Sepúlveda. Rectificar es de sabios dijo la Cospedal. Y también de necios, de esos necios de "donde dije digo, digo Diego" que cambian de criterio según muda el viento pero lo hacen mal porque no saben donde están la popa y la proa y confunden babor con estribor. Rectificar es de sabios, pero ni por esas dimitirá Ana Mato, demasiados milagros en un día. Pero los designios del Señor son inescrutables y a lo mejor dimite o la dimiten antes de que estas líneas vean la luz digital en este diario. Por mi no lo hagan prefiero el desaire a la permanencia de una ministra de Sanidad curtida en la insania y en la vesania. Tampoco dimitirá Arturo Fernández, el chico de los canapés y vicepresidente de la CEOE, esa escuela de presidiarios eméritos, que paga a sus trabajadores en negro siguiendo el precepto evangélico: que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha y sobre todo que no se enteren los de  Hacienda. Queden en paz, hermanos.

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