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Danzad, danzad, malditos

En los años sesenta del pasado siglo, Umberto Eco publicó Apocalípticos e integrados un texto fundamental sobre la cultura de masas. Los apocalípticos son los que mantienen una actitud aristocrática y conservadora que desconfía de la democratización cultural y de las  nuevas tecnologías que facilitan el acceso general a la cultura. Los integrados son optimistas y aceptan de buen grado las innovaciones. Entre ambas posturas extremas nos encontramos los que pululamos de un lado para otro, sin dogmas y a la deriva. Uno de los problemas de la cultura de masas es que la democratización de la información y del conocimiento conlleva complacer a amplias capas de la población a costa de prescindir de temas polémicos o complicados que puedan disgustar a la clientela, que de eso va también la cultura de masas, de pasar por caja.

Me temo que el dilema de hoy no sería el de apocalípticos e integrados, sino el de alienados y alienígenas. "Me vuelvo a mi planeta", solía decir mi amigo Jorge cuando se sentía sobrepasado por las circunstancias terrícolas. Me apuntaría al viaje si supiera dónde está mi planeta, seguramente en una galaxia muy distante del sistema solar. Me siento como un extraterrestre perdido cuando la televisión de titularidad pública, y las dos principales cadenas privadas coinciden en dedicar sabrosos bocados de su parrilla a programas de bailes de salón para famosos , famosillos y famosetes en vías de reciclaje. Toreros, futbolistas, artistas, dispuestos a hacer un poco el ridículo, a cambio de promoción y de pasta gansa, para que se diviertan las alienadas audiencias. Comprendería el interés, incluso me enchufaría a un canal de pago, si nos hubieran retransmitido el vals entre Christine Lagarde, la señora de los bajos fondos monetarios y el ministro de los Guindos. Quizás no hubo baile pero la fotografía de la profunda reverencia del político español en el besamanos protocolario parecía toda una invitación a la danza del fiel y sumiso cortesano a la reina del baile de cifras recortables del FMI. A sus pies señora para lo que guste usted mandar.

Esta es una sociedad convulsa y espasmódica, recientemente afectada por el baile de San Vito, o de don Vito Correone, gran muñidor de eventos especiales como estos. Solo emprendedores como Correa, capaces de sacar tres millones de euros de una visita del Papa están preparados para afrontar en condiciones especialísimas desafíos como este, tres eventos, tres, tres programas de baile para aficionados destinados a acumular audiencias masivas. Como cantaba Alaska " Bailando/Me paso el día bailando/ con los amigos bailando/ bailando hasta el amanecer".

Casi prefería cuando los famosos se tiraban a la piscina y salían con variadas contusiones, esguinces y hematomas. Faltaban unos tiburones en el agua para darle un poco de morbo. El  éxito de los dos programas de trampolines me dejó bastante descolocado, pero el triunfo de los programas de baile se veía venir desde que TVE invitó a la pista a la nietísima de Franco, por supuesto pagando con el dinero de todos. Ellas y ellos ya sabemos por qué están tan contentos pero ¿Y los espectadores? ¿Alguien me lo puede explicar antes de que emprenda mi viaje intergaláctico a ninguna parte?. Ya he reservado el viaje de ida con una agencia de la trama de Díaz Ferrán. El no podrá venir por ahora.

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