Traducción inversa

Lo de Cuba

  Son un poco alucinantes las reacciones que suscitó el concierto de Juanes en La Habana. Todo el mundo arrimó el ascua a su sardina lo cual sólo demuestra, supongo, que Cuba continúa despertando emociones electrizadas, como si el mundo se dividiera entre partidarios o detractores de la revolución, sin más matices. Soy de los que creen que la idea del concierto era positiva y que su efecto también lo será. Por otra parte, es obvio que la Cuba actual es una dictadura, y a mí no me gustan las dictaduras, ni siquiera las –supuestamente- "del proletariado". También es obvio que la revolución suscitó en su momento (aquel lejano 1 de enero de 1959) una carga impresionante de ilusión, cuyos rescoldos puede que ya no proporcionen muchas calorías pero me parecen perfectamente respetables.

  Cualquiera que haya convivido con cubanos sabe de la extraordinaria calidez, hospitalidad y cultura de ese pueblo magnífico, que sin duda se merece algo más que la privación continua (sea por culpa del bloqueo yanqui, de la política de su gobierno o, lo más probable, de ambas cosas a la vez). Las conquistas sociales de Fidel Castro en sanidad y educación, claramente incontestables, deberían haber podido conjugarse con un sistema más humanitario que no se limitara a repartir la probreza, sino que fuera capaz (como lo han sido China o Vietnam) de generar riqueza.

  En lo relativo a Cuba todos parecen tener su opinión perfectamente amartillada, así que no se trata de convencer a nadie de nada. Quizá Juanes no lo hizo, pero su "¡Viva la libertad!" sonó muy alto. Que cada uno lo entienda como quiera y sepa.

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