La trama mediática

Por la tortura a la Democracia

Pol Pot, Pinochet y otros tantos matarifes se fueron a la tumba sin saber que, según la doctrina de Pedro Jota Ramírez, eran unos grandes demócratas. Lean una de las miles de deposiciones diarias en Twitter del director de El Mundo y lo comprenderán: "Hay que reconocer que al revelar que Bin Laden iba desarmado o se llegó a él usando tortura, EEUU ha estimulado el debate con transparencia democrática". Tracatrá.

¿Que se han venido arriba? Pero mucho, además. Lo suficiente para vocear, como hace Ramón Pérez Maura en ABC, que Guantánamo es poco menos que Marina D'Or, sólo que más útil para la causa: "Después de que durante años nos hayan estado contando que Guantánamo sólo sirve para violar los sacrosantos derechos humanos de los terroristas, ha tenido que llegar Barack Obama y emplear la información allí obtenida para detener al genocida Osama Bin Laden".

Lástima que el inquilino de Moncloa tenga sangre de horchata y no se atreva a utilizar la receta obamita para acabar con el mal de raíz. A Agapito Maestre, opinatero de Libertad Digital, le parece una indignidad: "Mientras que el Gobierno de España no acabe con los autores de la matanza del 11-M, no debería felicitar la acción de Obama. Esa felicitación ruin y cobarde quintaesencia una nación sin pulso y sin horizonte, una nación sin policía, sin servicios secretos y sin ejército".

De Al Qaeda a Bildu

El editorialista de La Gaceta, escribiendo al dictado o por la propia mano de Carlos Dávila, comparte el cabreo del marine vocacional y añade dos huevos pasados por agua: "Aquí, por el contrario, el Gobierno divide a los españoles, mientras pone alfombra roja a los asesinos para que lleguen a las instituciones". Desde El Mundo, Federico Jiménez Losantos apostilla que eso es posible porque los de las togas también están con los villanos: "Hay jueces dispuestos a legalizar que cualquier Osama sea concejal. Y sin disolver Al Qaeda, su única baza electoral".

Ahí quería llegar el editorialista de Cope, que adelanta la penitencia para el Tribunal Constitucional por si se le ocurre pecar dejando que Bildu participe en las elecciones. La culpa mayor será, en todo caso, del demoniaco Zapatero: "Si el pronunciamiento es a favor de Bildu sabremos que el Gobierno, para permitir que los pro-etarras estén en las elecciones, habrá utilizado un camino torticero que debilita seriamente nuestra democracia".

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