La trama mediática

Empieza a amanecer

El psicodrama socialista entretiene a los emplumados del otro lado de la barricada. Pero no los inspira demasiado. Sólo Fernando Sánchez-Dragó, en El Mundo, se esmera en el exabrupto: "Su partido terminará como terminó el de Craxi. Será Rosa Díez quien ocupe el vacío dejado por la muerte del partido que le cerró sus puertas. ¿Marchando otra cita? Sea... En España empieza a amanecer", remata su pieza el autoproclamado lobo feroz pedrojotiano.

Unas páginas atrás, Federico Jiménez Losantos larga una colleja de aliño a su monstruo de cabecera: "Como, pese a su fama de listo, Rubalcaba es notoriamente lerdo en las tareas de Gobierno -el peor ministro del Interior que ha padecido España desde tiempos de Pi i Margall, e incluso antes- no es descartable que al final las elecciones generales las convoque la Unión Europea a medias con el FMI". Quién sabe.

En La Razón, César Vidal, Sancho Panza del Quijote turolense, apunta con su prosa a la candidata descabalgada antes del inicio de la carrera. "Adiós, Carmeta", titula la epístola, que contiene fragmentos como este: "Carme Chacón ha medrado a la sombra de un personaje que ha aniquilado una de las economías más prósperas del mundo y que insiste en tener un puesto de honor en la Historia porque metió a codazos en el código civil el matrimonio de homosexuales". Ay, las fijaciones.

Sin desfile

El vetusto ABC también se deja unos litros de tinta en las intrigas de Ferraz, si bien su editorial más doliente está dedicado a una descafeinada celebración castrense. "Mejor con desfile", encabeza la queja antes explayarse: "Los ciudadanos se sienten orgullosos del comportamiento ejemplar de nuestros soldados, pero no entienden que con el argumento de la crisis el Día de las Fuerzas Armadas se vea desprovisto de una de sus señas de identidad".

Dolorido también por la ausencia del paseíllo militar, Iñaki Ezkerra aúlla en La Razón: "Este Gobierno carece de receptividad para las sentimentalidades patrióticas y para las sensibilidades que se salen de su izquierdismo antediluviano, su pacifismo inconsecuente, su buenismo retórico o su teleserie rosa de unas primarias que no son tales".

Desde La Gaceta, Juan Pedro Viladrich redondea la mezcla anterior:: "Conociéndoles como les conocemos, es decir, por sus obras, ¿usted confiaría su muerte a un entorno familiar y médico afecto a la ideología de ZP y la Pajín?"

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