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Las noticias de la precariedad

Erena Fernández López

Educadora social y suscriptora de Público

Las noticias de la precariedad
Cajera en un supermercado durante el estado de alarma. Imagen EFE / Javier Etxezarreta.

Te levantas por la mañana. Cuando aún te estás haciendo a la idea de que el día que se te viene encima va a ser casi idéntico al anterior salvo por el plato de la comida o por el juego de mesa que tu hijo dice que toca hoy, oyes en la radio que no sé qué residencia madrileña tenía guardado material médico de protección pero no se lo dio a los profesionales que estaban a cargo de los mayores. El número de muertos en las residencias en España superará seguramente al de toda Europa, casi todas de gestión privada, financiadas, eso sí, con fondos públicos.

Más allá de la mala suerte de que hubiera contagiados entre los residentes, no parece que la gestión de la situación haya sido impecable. Recuerdas en ese momento que la semana pasada leíste la noticia de que la escuela concertada seguía pidiendo a las familias las cuotas que según la ley no pueden cobrar, incluso cuando las clases están suspendidas hasta no se sabe cuando.

Te levantas, desayunas y enciendes el móvil y en un grupo de WhatsApp alguien ha enviado la noticia de que la Junta de Castilla y León solicita monitores de ocio y tiempo libre para atender de manera continua a menores en situación de desamparo debido a que sus padres están hospitalizados por coronavirus. En principio podría uno pensar que es meritorio que la Junta atienda necesidades que van más allá de la cuestión médica de primera línea que implica la atención a enfermos. Sin embargo, hay un perfil profesional y una formación de grado universitario que tienen como una de sus funciones principales la atención a menores en situación de desamparo o en riesgo de exclusión: Son las educadoras sociales; el confundir unas titulaciones de grado con otras, como en este caso la de monitor de ocio y tiempo libre, que conllevan un escaso componente presencial, no exigen más titulación previa que la ESO y requieren estrategias y destrezas que poco o nada tienen que ver con la protección de los menores en situaciones de crisis, implica no concederle relevancia a lo social y dejar a los sectores más desfavorecidos, en este caso menores, en manos de personal no cualificado. Además de  relegar una vez más a un sector laboral que paga caro su falta de ambición y el haber supeditado el prestigio profesional y la retribución económica a la vocación.

Cuando, indignada, trasteas en Internet, descubres que los currículums de los monitores de ocio y tiempo libre en cuestión hay que mandarlos a una empresa que lo mismo se encarga de la limpieza y el mantenimiento de la sucursal del banco de al lado de tu casa, como de contratar al de seguridad del centro comercial, como de los menores en riesgo, y también por cierto, de la asistencia domiciliaria y las residencias de la tercera edad. Y claro, todo cuadra. Esa empresa viene a cerrar el círculo.

Luego un poco harta de todo, quitas la radio y bajas a comprar al supermercado de al lado, y ahí te encuentras a la cajera, que lleva días y días trabajando  en contacto con un montón de gente y exponiéndose al riesgo de contagio sin que nadie se lo retribuya como merece, y que te dice, muy bajito, para que no le oiga la encargada, que la cadena de alimentación ha decidido ahora dejar de pagar lo que fuera que pagaba antes por trabajar los domingos.

Las teorías de que el virus es fruto de nuestra ambición y nuestra falta de conciencia sobre las cosas verdaderamente importantes parecen remitir más a las  doce plagas de Egipto de la Biblia que a un planteamiento serio; pero es cierto que si el desastre va a servir para precarizar aún más a los precarizados, para seguir devaluando las profesiones de cuidado, para continuar dejando que sea el sector privado quien marque la pauta, decida las estrategias y establezca las líneas a seguir a costa de la caída libre de lo público, que renace de sus cenizas para salvarnos a todos y vuelve a ser enterrado en época de recuperación, será que una vez más, no hemos aprendido nada.

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