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Europa, las bolsas y la economía real

En la última cumbre de la eurozona se adoptaron tres decisiones importantes: la quita del 50% de la deuda griega, la exigencia a la banca para que se recapitalice en 106.000 millones de euros y la elevación a un billón de euros del fondo de rescate. El júbilo con que reaccionaron las bolsas es lógico: tomadas en su conjunto, las medidas son apetitosas para los grandes inversores, ya que aparece el dinero público como garantía de último recurso ante cualquier eventualidad. La quita de la deuda, que alivia a Grecia (al menos de modo transitorio), será asumida por los bancos acreedores, pero estos han recibido a cambio la seguridad de que cobrarán el resto. El aumento del fondo de rescate tiene su truco, ya que no se incrementará físicamente, sino que se utilizarán los 230.000 millones remanentes de la actual bolsa para avalar emisiones de deuda de países en apuros hasta un tope global de un billón de euros; en todo caso, es un colchón de dinero, y eso anima a las bolsas. El punto más polémico es la recapitalización, en especial para la banca española, que deberá hacer el mayor esfuerzo. Las entidades españolas han asegurado que no tendrán que recurrir a ayudas públicas; pero los mercados han recibido el mensaje de que el fondo de rescate puede usarse en caso de urgencia. ¿Y la economía real? Es la gran incógnita. En el corto plazo, las exigencias a la banca sólo contribuirán a restringir más el crédito, lo que previsiblemente afectará al crecimiento. Y a largo plazo, cualquier paquete de medidas resultará insuficiente mientras Europa no avance en su proyecto político, en el cual no debería caber un Banco Central limitado tan sólo a un papel de cancerbero contra la inflación.

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