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La Corona revela una parte de sus cuentas

La publicación por la Casa del Rey del reparto de asignaciones que recibe vía presupuestaria es un paso positivo dentro de la transparencia institucional que cabe exigir en una democracia. Sin embargo, resulta aún insuficiente para que pueda ser saludada como un ejercicio incontestable de claridad en el manejo de los fondos públicos. Los datos aportados consisten en un desglose muy genérico de los 8,4 millones de euros que la Casa Real recibe en un capítulo específico de los Presupuestos, pero no incluye muchas otras partidas procedentes de diversos ministerios –Presidencia, Exteriores, Interior, Defensa y Hacienda– por distintos conceptos, como personal, transportes, seguridad, viajes, mantenimiento de inmuebles, etcétera. Por otra aparte, sigue sin saberse el monto del patrimonio de la familia real y su consecuente tributación al Fisco. Por todo ello, resulta imposible confirmar la extendida versión de que la monarquía española es de las más austeras del mundo y de las menos onerosas para los contribuyentes.

De los datos que han trascendido, quizá el más llamativo es el sueldo del rey, que asciende en total a 292.752 euros brutos. Con independencia del debate de si es poco o mucho para un jefe de Estado, lo que resulta difícil de entender es que cuadruplique el del presidente del Gobierno. Tampoco se entiende por qué la Corona –y algunas otras instituciones del Estado, como el Parlamento, el Consejo General del Poder Judicial o el Consejo de Estado– está eximida del escrutinio del Tribunal de Cuentas. Cierto, lo dice la ley. Pero las leyes pueden cambiarse.

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