Si hay que juzgar el apoyo que le queda a Federico Jiménez Losantos por lo escrito y publicado hasta hoy sobre su nueva y sonora derrota judicial, el locutor tiene motivos para inquietarse. Su casa, la Cope, no ha pasado de una nota en su página web con un refrito de sus declaraciones al programa de Ignacio Villa. Algún tertuliano en los espacios conducidos en verano por interinos también se ha rasgado las vestiduras lo justo, antes de pasar a hablar de las bombillas del ministro Sebastián. Pero nada más.

El Mundo, domicilio de papel del turolense, no dedicaba ayer una sola línea a la cuestión hasta la página 41, en la sección de Comunicación, donde una triste columna se limitaba a dar cuenta de los hechos: "Jiménez Losantos, condenado a pagar 100.000 euros al ex director de Abc". La venta fallida del grupo Zeta y la suspensión judicial de las medidas cautelares contra Mediapro en la 'guerra del fútbol' merecían el triple de espacio en el periódico de Pedro J. Ramírez.

Sólo Libertad Digital, donde Losantos tiene poder ejecutivo como vicepresidente que es, echó el resto para clamar contra la sentencia. "Del Estado de Derecho a la Dictadura de Hecho" se titulaba el editorial de ayer, que contenía frases como esta: "Con estos mimbres legales el Estado de Derecho es una quimera, un cuento para bobos que sólo ampara a los poderosos y a los que, como Zarzalejos, no dudan en usar la Justicia para cumplimentar satisfacciones personales".

Algo similar escribía en su blog el propio condenado, cuya herida supuraba sin posibilidad de disimulo y llegaba a jugarse una nueva bofetada judicial al desafiar a la magistrada que dio la razón a su rival: "Dada su poca, por no decir nula, comprensión de la función de los medios de comunicación en la sociedad democrática, es de temer que se saque de la manga alguna forma de desacato, que es algo así como el honor de los jueces visto por los jueces mismos, y me crucifique después de apalearme". No parece que haya propósito de enmienda.

En Libertad Digital proponen un duelo

Con todo, ni el editorialista ni Losantos llegaban tan lejos como otro articulista de Libertad Digital llamado José Antonio Martínez-Abarca que, sin asomo de ironía escribía lo que va a impactar contra sus ojos si no se apartan a tiempo: "Más que probablemente debiéramos dejar el derecho al honor, tan espectral, en los sanos dominios do moraba: en el bosque, al amanecer y con padrinos, no en los juzgados. El derecho al honor no debiera existir más que en los duelos a pistola o a espada".

Casualidad o no, en su diario artículo sobre cuestiones lingüísticas en el mismo medio, Amando de Miguel pontificaba sobre los insultos: "Una de las particularidades del idioma español es que permite insultar a placer, con una gama amplísima de recursos. Naturalmente, hay insultos ingeniosos y otros groseros. El que insulta groseramente no suele tener razón".

Ajeno a toda esa graforrea, el victorioso José Antonio Zarzalejos remataba su artículo autocomplaciente en La Estrella Digital: "Él se lo ha buscado. Y el que busca, encuentra". No  parece un mal resumen.