Balagán

Muy poco, muy tarde

Mientras los mandatarios europeos acudían a Oslo el lunes para recoger el premio nobel de la paz, en Bruselas se reunían los ministros de Exteriores para hablar, entre otras cosas, del conflicto árabe-israelí.

Lo que ha hecho Europa acerca de este conflicto en las dos últimas décadas es prácticamente nada. La Conferencia de Madrid fue posible por la primera intifada y por la presión del presidente Bush padre sobre Israel, con la amenaza explícita de no dar las garantías para el préstamo que el entonces primer ministro Yitzhak Shamir le pedía para asimilar a más de un millón de inmigrantes judíos de la antigua URSS. Europa no tuvo que ver nada en aquella conferencia.

Israel solo ha cedido bajo la presión armada o bajo las amenazas de Estados Unidos, unas amenazs que desgraciadamente desaparecieron hace mucho tiempo, como ha desaparecido la presión armada. En esos momentos, en los momentos que se la necesitaba, Europa ha estado ausente o ha sido un convidado de piedra que no ha aportado nada sustancial.

Los 27 ministros reunidos en Bruselas acordaron "actuar en consecuencia" si Israel construye en la zona E-1 que está al este de Jerusalén, en plenos territorios ocupados, entre el gran asentamiento de Maale Adumim, en el que nunca se ha parado de construir sin que la UE haya hecho nada, y la ciudad santa.

La reunión de Bruselas ha puesto en evidencia una vez más las discrepancias entre los países que quieren afrontar el conflicto por los cuernos y los países que están dispuestos a perdonar todo a Israel y vetan cualquier decisión contraria al Estado judío.

El comunicado final apenas muestra "inquietud y oposición" al último plan expansionista de Israel, palabras que se las lleva el viento, que no son nuevas, que en el pasado no han servido para nada, y que muy probablemente en el futuro tampoco servirán.

Algunos países hablaron de amenazar a Israel con sanciones, pero otros se opusieron, a sabiendas de que la historia muestra que sin amenazas firmes y reales Israel nunca se retirará de los territorios ocupados.

Si de los europeos depende, en Israel pueden seguir tranquilos y expandir la construcción en Palestina ya que, declaraciones aparte, Europa no moverá un dedo para detenerla.

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