Cartas de los lectores

16 de agosto

No hay treguas olímpicas
El egoísmo de los poderosos no se va nunca de vacaciones ni detiene sus estrategias por motivos tan ingenuos como la celebración de unos Juegos Olímpicos. La tregua que se observaba en la antigüedad, mientras los atletas de Grecia viajaban y competían, no encaja hoy con los grandes intereses.
Tras haberse abrazado hipócritamente en Pekín el día en el que se inauguraban los XXIX Juegos Olímpicos, Putin y Bush siguieron protagonizando el particular torneo que se traen entre manos con el fin de hacerse con el dominio del planeta. En esta ocasión, ha sido Osetia del Sur el escenario de su última pugna. Las razones esgrimidas no pasan de meras disculpas étnico-políticas. El verdadero motivo conviene buscarlo en la importancia que tanto Rusia como Estados Unidos conceden al control de la región del mar Caspio, una zona de gran interés geoestratégico, militar y económico por los oleoductos que contiene o por las reservas de carburante que alberga.
Pueden asistir con cara de póker al desfile de miles de atletas para los que superarse a sí mismos y superar deportivamente a los demás lo es todo en la vida. Pueden abrazarse, sonreírse y gastarse incluso bromas en el escenario solemne de un acto inaugural, pero Putin y Bush otra vez nos dicen que el egoísmo de los poderosos no tiene límites. Ni su hipocresía tampoco. Y que los valores que anidan en su espíritu no son, precisamente, esos valores olímpicos que millones y millones de seres contemplamos ahora embelesados mirando hacia Pekín.
Adolfo Yáñez

El PP de Baleares
Salta a la vista que el máximo responsable del Turisme Jove del anterior Govern balear, Damiá Amengual, capitaneado por Jaume Matas, llevaba una vida de sibarita, ya que se daba unos buenos atracones de caldereta de langosta para el buen yantar a costa del sufrido contribuyente balear, y así se lo hicieron saber a la ex consellera de Presidencia y
Deportes, Rosa Puig.
Alguien debería haberle explicado a Puig las responsabilidades de su departamento, ya que ahora dice que no tenía conocimiento de las andanzas de sus chavales, que iban derrochando a diestro y siniestro.
Nicolás Nadal Ferrer / Cala Ratjada (Mallorca)

El pueblo fantasma
La pesadilla comenzó en 1951 para 17 pueblos en el valle del río Ara con el proyecto de un embalse que nunca se llevó a cabo. En este lugar, se escribió otro capítulo negro de nuestra historia política, marcada por la codicia y la veleidad de quienes, aludiendo a un supuesto interés general, impusieron el miedo y la represión sobre sus pobladores legítimos.
Total, ¿para qué? Más de medio siglo después, se descarta definitivamente el proyecto del embalse de Janovas. Toda este periplo de abusos y sinrazón se pretende resolver con un proceso de reversión de las tierras expropiadas. Los antiguos propietarios o sus herederos pueden recuperar lo que era suyo por el importe (convenientemente actualizado, ¡menuda es la Administración!) recibido por dicha expropiación. ¿Y ya está? ¿Así se repara tamaña injusticia?

Actualmente, en nuestras tierras aragonesas, mantenemos abiertos distintos frentes contra el disparate. Uno de ellos es Gran Scala, que también apunta maneras de convertirse en otro motivo de vergüenza para los aragoneses por la insólita actuación de nuestros gobernantes. Por su empecinamiento (a pesar de que todo parece cada vez más una burla) en que el proyecto salga adelante. Por el apoyo institucional que se está dando a lo que nos huele a pelotazo y a especulación urbanística...
Al final, el tiempo, demasiado en el caso de Janovas, parece que pone a cada uno en su sitio. Sólo nos queda esperar que no tenga que pasar otro medio siglo para poder liberarnos de la estulticia y la rapiña que continúan agarradas a nuestra tierra. Personalmente, no sé si podría soportarlo.
Ana Cuevas / Zaragoza

‘Cultureta mesetaria’
Una de las servidumbres estivales que peor llevo es tener que escuchar a los rancios miembros de la cultureta mesetaria haciendo burla de los trabajadores que se toman sus merecidas vacaciones en la playa.
Esos intelectuales de botica, ratones de biblioteca de pana y franela, que son incapaces de contar un chiste que no contenga al menos un aforismo de Hipócrates, Spinoza, Hölderling o Malraux; esos señores pasan el verano en la meseta y si les preguntas cómo es que no van a la playa, te contestan: "Uy, por Dios, tonterías las justas". Bueno, no saben lo que se pierden.
Pues esos pedantes no pueden dejar pasar ocasión sin ridiculizar a la gente normal, a esas personas que, a diferencia de ellos, se ganan el pan con el sudor de su frente y disfrutan con lo que más aprecian: la familia, los amigos, la playa y el chiringuito. Al menos, a esta gente normal se la ve contenta y saludable, con un color envidiable. No como a estos engreídos amantes del melonar que huelen a almidón y cada día que pasa tienen un aspecto más cetrino.
Mario L. Sellés / Madrid

El coche mata
Está claro que las campañas de sensibilización y el carnet por puntos no son suficientes para impedir que los ciclistas sean arrollados, los ocupantes de los automóviles sigan sufriendo accidentes y los peatones seamos atropellados en las calles.
Una infracción, un despiste o un alarde aderezado de alcohol pueden ocasionar graves siniestros que, a la postre, se nos antojan evitables. El coche ha invadido el espacio vital, marca nuestra existencia y es máquina imprescindible que no podemos dejar de alimentar. Signo de estatus social, refugio rodante y caballería devoradora de recursos a un tiempo, los accidentes automovilísticos parecen tributos que el dios coche exige a los humanos por dejarse utilizar.
Los coches deberían llevar una leyenda que dijese: "Esta media tonelada de chatarra, acelerada por el carburante, puede ocasionar la muerte, tetraplejia, amputación o heridas graves a usted y a quienes le rodean". Lo veo más necesario que la propaganda anti tabaco.
Juan Torrens Alzu / Pamplona

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