‘Paraules Gruixudes’
Como pasa mucho últimamente, utilizamos anécdotas puntuales para criticar o ensalzar a los políticos. Vale que yo mismo lo hice para criticar a Esperanza Aguirre después de su última metedura de pata cultural al ir a ver la película de José Luis Garci sobre el Dos de Mayo que ella tan generosamente subvencionó, confundirse y acabar viendo la de Steven Soderbergh sobre el Che Guevara. Pero lo ocurrido recientemente con Joan Tardà, diputado de Esquerra Republicana, demuestra la tendencia al alza de lo que comento. Nunca hemos dudado de la manera de pensar de la gente de este partido o, mejor dicho, de su torpeza al abrir la boca, pero lo de intentar convertirlo en un apestado, preocupa.
En el PP, como no saben la manera de conseguir más votos, creen que denigrando al adversario y haciéndose los mártires o los perseguidos conseguirán que la gente les apoye. Muy primario y muy pobre. Lo de las paraules gruixudes (en catalán, palabras gruesas) o verborrea de taberna y amigotes rudos es muy común en este país, lo que pasa es que no queremos reconocerlo. Y como en el PP quieren ir con falso aire de gentleman inglés, por supuesto de tendencia conservadora y aristocrática, se escandalizan si alguien dice algún taco.
Julián Juan Lacasa /Madrid
La Navidad tras el mostrador
Un año más vuelve la rutina anual de la Navidad y esa atmósfera consumista y barroca que la rodea, pero esta vez con el aliciente de la crisis. Aunque las encuestas anuncian que la mayoría de nosotros nos mantendremos alejados del derroche consumista de otros años y también que los comercios han sufrido muchas pérdidas a lo largo del 2008, es preciso sobreponerse al pánico de la crisis.
Esta época puede servir para salvar las cuentas, no sólo de los comerciantes, sino de la actividad económica en general. El consumo en situaciones de crisis puede contribuir a sostener tanto al comercio como al conjunto de la economía y el empleo.
Los efectos de la crisis han hecho que los grandes comerciantes hagan enormes recortes de gastos. Entre ellos, prescindir de contratar a ayudantes o colaboradores que oxigenen el trabajo en estas fechas tan concurridas.
Como consecuencia de ello, los empleados son obligados a doblar su jornada laboral para satisfacer a los clientes que, muchas veces cegados por acabar cuanto antes con sus compras y llevarse lo mejor a casa, no comprenden que están siendo atendidos por personas. Insisto, personas. Gente dedicada al duro gremio comercial e incluso estudiantes universitarios que buscamos un trabajo compatible con la carrera con el que aportar dinero en casa para poder llegar a fin de mes.
Creo que merecemos un mínimo de respeto, el cual muchas veces se ve pisoteado con frases como "para eso les pagan".
Alejandro Montoro /Madrid
‘Sous les pavés, la plage’
Ante esta incapacidad para soñar, para hacer del ideal un camino a seguir, califica al espíritu que impulsó la revolución del 68 de "romanticismo adolescente". Pero, curiosamente, dice que sus ansias personales de libertad se identifican con la famosa frase de "prohibido prohibir".
Claro, siempre haciendo referencia al Gobierno socialista que, según ella, posee un afán intolerable de inmiscuirse en las decisiones más íntimas de los ciudadanos, a diferencia del PP y su política progresista respecto a los matrimonios gays o el aborto, que habla por sí misma del respeto que mantienen hacia las decisiones íntimas de los demás.
Creo que la señora Aguirre se confunde. Que ese anhelo de libertad se corresponde, en realidad, con su dulce romance con el liberalismo económico. A ese culto neocon que no entiende de leyendas utópicas y que prefiere, decididamente, cubrir de cemento la superficie de las playas.
Ana Cuevas Pascual / Zaragoza
Despilfarro energético
En estos días en los que nuestros termómetros rozan las mínimas del año, la mejor manera de no pasar frío es ponerse en mitad de cualquier calle comercial. Seguro que de las puertas de los establecimientos, que estarán por supuesto abiertas, saldrá una agradable y continua bocanada de aire caliente. En pleno diciembre, al aire libre y tan ricamente con la calefacción a 30 grados se crea un ambiente que nos evoca aires estivales.
Y al mismo tiempo, el otro día leí que en uno de estos días de frío intenso habíamos batido el récord de consumo energético al usar aparatos de toda índole.
Y yo me pregunto si, en mitad de la crisis actual y de la supuesta política por la independencia energética, estas dos realidades tienen sentido. La verdad es que en verano ocurre lo mismo.
Además, tener las puertas y ventanas abiertas mientras se usan dispositivos que generan frío o calor también es muy común en otros edificios, muchos de ellos de la Administración Pública.
Autoridades y consumidores, ¿podemos tolerar todo esto? ¡Necesitamos una regulación ya!
Yago de Miguel García /Sevilla
Comentarios
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