Cartas de los lectores

23 de diciembre

El trabajo excesivo perjudica la salud
Quería felicitar al Parlamento Europeo por haber rechazado esa demencial pretensión de algunos Gobiernos europeos de instaurar una jornada laboral de 65 horas semanales.
Demencial, porque muchos de sus defensores son partidos conservadores que están a favor de la familia tradicional. Pero, si a los trabajadores les dejan pocas horas de tiempo libre, no creo que puedan cuidar de sus familias, a no ser que la mujer vuelva a ocuparse exclusivamente de las tareas domésticas, algo a lo que se negará con toda la razón del mundo.
Otro tema a tratar es la industria del ocio: si hay poco tiempo libre, ¿quién va a poder ver películas o programas de televisión con audiencias millonarias?
Sólo nos quedará tiempo libre para ir a casa y dormir, pues la mayoría caeríamos redondos en la cama de puro sueño y cansancio. Parece que las penurias de los personajes de las grandes novelas de Charles Dickens podrán estar aún condenadas a repetirse... Porque así serían las familias de hoy en día si han de afrontar esa jornada laboral.
Julián Juan Lacasa / Madrid


Reinventar el periodismo

La crisis económica no perdona a los medios de comunicación. Baja la publicidad y, en consecuencia, las regulaciones de empleo amenazan a sus trabajadores. Pero la necesidad de información aumenta y la población se vuelca en Internet para conseguirla. Esta deriva de la información nos conduce a la necesidad de reinventar el sector.
Mark Potts, periodista norteamericano, apunta que en el año 2020 los ingresos publicitarios en la red serán similares a los del papel, pero la facturación de la prensa será la mitad de la actual. Para encontrar soluciones a este problema hay varios aspectos que se deben reformar. El primero, a mi entender, es incorporar criterios informativos que, además de mostrar la noticia objetiva, incluyan la forma subjetiva de editarla y difundirla buscando una cercanía emocional.
Los medios deberían convertirse en redes sociales donde las nuevas tecnologías creen una identidad digital de dominio público. En definitiva, es la libertad informativa lo que anda en juego y, precisamente en los tiempos que corren, la necesidad de acceder a la noticia sin manipulación torticera o intervencionismo político es cada vez más acuciante.
Ana Cuevas / Zaragoza

El frenesí de Aguirre
Tras su espantada de Bombay no ha parado. Desde entonces, se ha erigido como la primera voz del PP. Un día dice que el Gobierno está negociando con ETA y al siguiente dice lo contrario. Esperanza Aguirre es famosa por sus contradicciones y sus meteduras de pata, pero no importa, lo esencial, bajo su punto de vista, es que se hable de ella. ¿Pero no sería más lógico que se dedicara a gobernar en la Comunidad de Madrid (si no me equivoco, ha sido elegida para eso), que se preocupara por el funcionamiento de sus servicios públicos en lugar de dinamitarlos y luego decir que funcionan mal y que hay que privatizarlos –como hace con la sanidad–? Con la que está cayendo, no parece que este sea el momento (suponiendo que haya habido alguno) para seguir practicando thatcherismo barato con tintes de nacional-catolicismo.
Manuel Caamaño / Madrid

La mala educación
Quieren que la universidad pública sea más eficaz, pero se equivocan de criterios. Lo que nos vendían como una declaración de intenciones magnífica –aplaudida por el movimiento estudiantil al principio–, es una auténtica farsa. La lógica privada se está incorporando al sistema público universitario para desprestigiarlo y que las universidades privadas puedan competir en condiciones de mercado. Hace falta, pues, que toda la comunidad educativa se manifieste en favor de una financiación pública suficiente para el normal funcionamiento de las actividades de la universidad pública.
Joan Gil / Barcelona

Respuesta a ‘Sobre Bolonia’
En su carta publicada ayer acerca del Plan Bolonia, el señor José Luis Melgosa demuestra desconocer el tema y eso que llaman neoliberalismo, que no es otra cosa que el viejo liberalismo adaptado a la época de la llamada "revolución tecnológica". El Plan ha sido concebido por unas élites políticas y unos mal denominados especialistas en pedagogía –alejados de los problemas de la sociedad– que nunca han pisado un aula y, si lo han hecho, no se han enterado de que es un espacio de libertad.
Los graves problemas actuales provienen, en gran parte, del alud neoliberal organizado en los años ochenta por la señora Thatcher y el señor Reagan. En este sentido, Bolonia supone crear una universidad homogénea, acrítica y sometida a los dictados del mercado.
También me gustaría añadir que la reforma sí ha sido aplazada en otros países.
Frente a los que postulan el Plan Bolonia, nosotros, muchos profesores y alumnos, defendemos una universidad plural, libre, crítica y pública.
Bernardo Muniesas

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