Cartas de los lectores

25 de marzo

Sindicatos tapaproblemas
Esperemos que en las inminentes manifestaciones anunciadas contra la crisis en general (la educativa, sanitaria, etcétera), los sindicatos, que tanto han tardado en responder a las preocupaciones de sus afiliados, no intenten recuperar su protagonismo de manera curiosamente contraproducente para los trabajadores y trabajadoras.
Porque, a ser verdad, al reservarse la cabecera de las manifestaciones con un severo "servicio de orden" y al inundarlas con multitud de descomunales banderas rojas con sus siglas, convierten dichas marchas reivindicativas en un mero desfile de autopropaganda sindical.
Las reivindicaciones y protestas concretas de los trabajadores son prácticamente invisibles, ahogadas por esa "marea roja" de autobombo, que algún malpensado creería incluso planificada por tan subvencionadas instituciones sindicales, en un auténtico abrazo del oso.
Alfredo Díaz Delgado/Madrid

Mujer y cárcel
España es el tercer país del mundo occidental con el porcentaje más alto de mujeres encarceladas, sólo por detrás de Estados Unidos y de Rusia. Tenemos 5.950 reclusas, casi 25 por cada cien mil mujeres, mientras que el cuarto país en esta clasificación es Lituania, con 14 presas por cada cien mil mujeres.
En diciembre de 2008 estaban penadas 4.120 internas, de ellas 2.018 –el 49% de las condenadas– lo estaban por cometer delitos contra la salud pública, llevados a cabo muchas veces en nombre o representación de hombres a los que les unía una relación sentimental o de parentesco. Sin embargo, los condenados por delitos contra la salud representan sólo el 19,14% del total de hombres penados, 30 puntos porcentuales menos que las mujeres.
En este sentido, el transporte y la pequeña distribución son la principal causa de encarcelamiento femenino, mientras que los delitos contra la propiedad y la violencia ejercidos sobre las personas son los ilícitos penales que llevan a la cárcel al 46,08% de los hombres que tienen una condena.
Con una tipología delictiva tan diferenciada, la convivencia y el trabajo profesional en las prisiones de mujeres ha sido siempre más llevadero que en las cárceles de hombres. Separadas por ley, las trabajadoras penitenciarias estaban directamente afectadas por el número relativo de internas. De hecho, desde 1977, existían dos escalas (masculina y femenina).
La Ley Orgánica 3/07 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en un ataque de modernidad, de manera precipitada y obviando las posibilidades para la diferencia de trato que esta misma Ley plantea en su artículo 5, dispuso la extinción de las mencionadas escalas y su unificación en una sola.
Ahora, la Administración pública, al evaluar las experiencias previas en el acceso al empleo público (Sanidad, Educación, Justicia, etcétera), muy feminizado, teme que en las prisiones ocurra lo mismo, por lo que harán reserva de plaza por sexo en cada convocatoria, lo que supone volver a las escalas. Rectificar en este caso ha sido un error añadido.

Luis Fernando Crespo/Alcalá de Henares (Madrid)

Política desde los púlpitos
Durante el periodo de la dictadura del general Francisco Franco, la Iglesia católica estuvo bastante al margen de los asuntos políticos de nuestro país, supongo que por compartir las posiciones del franquismo. No obstante, se desmarcó del régimen franquista cuando el cardenal Tarancón se dio cuenta de que, tras la inevitable muerte del dictador, España se encaminaría hacia una democracia.
Parece ser que poco ha aprendido la Iglesia durante todos estos años, puesto que, a fecha de hoy, tiene por costumbre participar en la vida política de nuestro país como si de un partido político se tratara y, muy lejos de sorprendernos, a algunos nos recuerda a la Iglesia católica de 1933, que difundía desde cada uno de sus púlpitos claros mensajes en contra de los principios instaurados en la II República. Esta contribuyó a la formación de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el partido político aglutinador de la derecha española que ganó las elecciones democráticas de noviembre de 1933.
Por tanto, pido a la comunidad eclesiástica que se dedique a cuidar del alma de sus feligreses o creyentes y deje a la clase política, designada por los ciudadanos, que sea la encargada de marcar nuestra agenda política.
Vicente Sepulcre/Valencia

Los secuestros comunistas
He leído el reportaje publicado en su diario el 14 de marzo sobre la japonesa Megumi Yolota, secuestrada cuando tenía 13 años "por Corea del Norte para convertirla en una espía comunista".
Siempre he pensado que, para expandir la ideología comunista, la mejor opción era secuestrar a chicas de edades comprendidas entre los 12 y los 14 años, ya que, dada su corta edad, resultaría más fácil la operación de lavado de cerebro y, además, en un breve espacio de tiempo podrían resultar operativas.
El único problema, que ya preveía yo, era que se acabaría descubriendo, por eso,
aconsejé al antiguo líder de Corea del Norte, Kim II Sung, que cesara en tales actividades, dado lo incierto del resultado, y que el mundo libre acabaría por conocer la finalidad de esos secuestros. Me permito sugerir que el próximo reportaje sea sobre el caso del "hombre del saco", para poder ilustrar igualmente a la juventud sobre los peligros que le acechan.
Emilio Gon zález López/ Getafe (Madrid)

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