Cartas de los lectores

30 de marzo

Kosovo
¡Qué algarabía! El PP no ha tenido inconveniente en atacar al Gobierno socialista, orquestado como siempre por algunos medios. Da igual que el tema toque las fibras de nuestra soberanía: ellos son muy españoles y muy patriotas cuando dirigen el poder. Desde otra posición, la de ataque, hagan el daño que hagan a España. ¿Respeto a los acuerdos internacionales? Por supuesto. Eso nos hace respetables. Esos acuerdos con nuestros aliados se firmaron hace diez años. Hace sólo un año cambiaron las circunstancias y, mientras se autoindependizaba Kosovo, con aplauso de EEUU y otros, España no reconoció esa independencia. Sus razones tenía, tales que hasta el PP aplaudió la decisión del Gobierno.
El único error del Gobierno, por exceso de sensatez, quizá, fue no haber retirado sus tropas de Kosovo en el momento de ser reconocida la independencia por parte de aquellos que firmaron un acuerdo internacional, que cambió radicalmente las normas de juego. Ahora el Gobierno está pagando su debilidad o sensatez de entonces. Los atacantes son siempre los mismos, los españolísimos y patriotas. Es filfa agarrarse a los modos o a la diplomacia cuando está en juego la soberanía de un país, por mucho que EEUU ande por medio. Por cierto, ¿qué o quién es la OTAN?
Vicente Monje/Madrid

La ignorancia como política
La realidad de la política, la corrupción, el ataque a la Justicia por parte de la mediocridad de los políticos profesionales nos lleva a varios hechos empíricos –tanto en países industrializados como en sociedades de menor especialización estructural e ingresos– justifica un nuevo género de indagación que diversificaría el campo de las ciencias sociales. Se trata de la sociología de la ignorancia.
En su momento, Francis Bacon acuñó la memorable sentencia: "Saber es Poder". Por desgracia, la política se ha convertido en el espacio interno de los individuos que hacen de lo que debe ser un servicio publico, un espacio para sus intereses. Pero la ignorancia a la que aquí nos referimos es un artefacto estructural, inteligentemente montado, de aquellos que fuera de la vida publica no son nada ni nadie.
No es posible que en una gran empresa privada se designe como gerentes a personas sin la formación adecuada para hacer de ella una corporación rentable para sus accionistas. Sin embargo, en la empresa pública, en nuestras administraciones, son miles de incompetentes los que administran nuestro dinero y nuestros intereses. Lo más selecto de nuestra sociedad vive fuera de la política: científicos, profesionales de prestigio, precisamente, los que mas preparados están para gestionar los intereses del conjunto de la ciudadanía.
Pedro José Narváez/Cádiz

Sobre un artículo

del ‘Dominio Público’
Es grato ver en diarios de información general artículos críticos y radicales. Este es el caso de "La difícil alternativa anticapitalista" de José A. González Casanova, que va contra un sistema nefasto con una mera apariencia de democracia y libertad más o menos asumida por las personas. Este discurso no es fácil de mantener sin algún tipo de censura previa o con la consabida etiqueta de "antisistema" o "radical". No obstante, unos cuantos peros.
Cuando el autor menciona la autogestión como una clara alternativa al sistema económico, habla de los logros actuales en Sudamérica y la breve experiencia anarquista catalana de 1936 (sin sus excesos), no es suficiente con que se ignore o se mienta continuamente sobre la experiencia revolucionaria que se realizó en este país al inicio de la Guerra Civil como para tener que leer este tipo de textos, que tratan de apropiarse de lo que el anarquismo siempre ha defendido con limpieza y honestidad, pero dejando claro, al mismo tiempo y sin vergüenza, que no se pretende ir tan lejos. Soy poco amigo de utopías o mitificaciones, pero cada rumbo que toma la humanidad me confirma lo mucho que han acertado los anarquistas en sus análisis y lo necesario que es que se tome un camino en pos del ideal libertario.
Claro que los partidos políticos ya no son una esperanza. Siempre han dicho los libertarios que la política profesionalizada es sinónimo de conservadurismo y de corrupción en mayor o menor medida. Claro que es necesario vencer la apatía y el acomodo y propiciar un cambio de modelo en el pensamiento y en la acción política. Claro que la esperanza se deposita en los movimientos sociales para que lleven a cabo ese cambio. Siempre lo ha estado.
José María Fernández/Madrid

La inmoralidad
de Trillo

A propósito del juicio sobre el Yak-42, sorprende comprobar la actitud –de todo menos valiente– del ex ministro popular Federico Trillo, a quien todas las miradas apuntan como máximo responsable político del trágico suceso. Con una sangre fría que roza casi la insolencia, permanece agazapado en su trinchera con cara de póker, sin dimitir ni dar la cara ante los familiares de los militares muertos.
Tal vez no recuerde lo que significa el concepto responsabilidad, que no es otro que la obligación moral que resulta para un sujeto del posible error cometido en un asunto determinado, añadiendo también su reparación y satisfacción por la culpa.
A pesar de que su persistente postura, no le cuadra al ciudadano, doctores tiene la Iglesia o, en este caso, líderes en su partido, para exigirle –más pronto que tarde– ese mínimo de dignidad que indudablemente tiene el mundo político, salvo excepciones.
Miguel Sánchez/Zaragoza

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