Con negritas

La espinita clavada de Miguel Blesa

Caja Madrid ha descubierto sus cartas en Iberia con la compra del 7% del capital de la compañía que pertenecía al BBVA. Si ninguno de los otros cuatro socios de referencia (British Airways, El Corte Inglés, la SEPI y Logista) le obliga a repartir el botín, MIGUEL BLESA va a desempeñar un papel determinante en el futuro de Iberia. Algo que ansía desde hace tiempo, pues no en vano ya intentó hacerse con la presidencia cuando se produjo la renuncia de JAVIER DE IRALA a mediados de 2003. Entonces le ganó la partida FERNANDO CONTE, gracias al apoyo de su predecesor. El vicepresidente económico, RODRIGO RATO, mentor de Irala, hizo poco para favorecer las aspiraciones de Blesa, que no pertenecía a su tribu sino a la de JOSÉ MARÍA AZNAR, con quien compartió piso en La Rioja, donde ambos tuvieron su primer destino como inspectores de Hacienda.

Para el segundo asalto a Iberia, el presidente de Caja Madrid va mejor pertrechado que en el anterior. Su condición de primer accionista le coloca en una posición privilegiada para contribuir al éxito o al fracaso de las ofertas que se presenten por la aerolínea. Los aspirantes a quedársela difícilmente podrán salirse con la suya sin la complicidad de Caja Madrid. Cualquier paso que den a partir de ahora conviene que sea con Blesa, no contra Blesa.

Éste, además, cuenta con el apoyo de la presidenta de la comunidad. Blesa nunca ha sido santo de la devoción de ESPERANZA AGUIRRE, que ha intentado arrebatarle el sillón en más de una ocasión para ofrecérselo a JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ NORNIELLA y más recientemente a ESTANISLAO RODRÍGUEZ PONGA, secretario de Estado de Hacienda con el PP. La decisión de Blesa de colaborar con Acciona en la toma de Endesa, como ella quería, le ha permitido recomponer en parte sus relaciones con Aguirre, hasta entonces muy malas.

El presidente de Caja Madrid, en fin, tiene también poderosas razones estratégicas. Renunciar al control de Iberia podría ser dañoso para Barajas y, por tanto, para la comunidad, de la que el aeropuerto es la principal empresa. Sobre todo si la compañía aérea cae en manos extranjeras, pues tanto British Airways como Air France podrían desviar hacia sus países vuelos transoceánicos que ahora aterrizan en Madrid, con el consiguiente quebranto económico.

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