Con negritas

El camino hacia la fusión de Unión Fenosa y Gas Natural

Aunque todo puede pasar, es poco previsible que la compra de Unión Fenosa por Gas Natural encalle en la escollera de la Comisión Nacional de la Competencia, último trámite antes de que el asunto recale finalmente sobre la mesa del Consejo de Ministros. Sin embargo, los muñidores de la operación andan con la mosca detrás de la oreja por la relativa lentitud con la que se está desarrollando el proceso y por la montaña de alegaciones que los potenciales perjudicados podrían presentar en el tramo final de su recorrido.

Quien con más ahínco se ha propuesto poner a cavilar a la Comisión Nacional de la Competencia es Iberdrola, no por los efectos que sin duda tendrá en el mercado energético nacional la suma de Unión Fenosa y Gas Natural, sino por razones estrictamente corporativas. Su presidente, IGNACIO SÁNCHEZ GALÁN, teme que FLORENTINO PÉREZ utilice al menos parte del dinero de la venta de Unión Fenosa para consumar el asalto a la primera eléctrica española, que es objeto de su codicia desde hace bastante tiempo.

El grupo de construcción y servicios ACS, controlado por los ALBERTOS, la familia MARCH y el propio Florentino Pérez, nunca ha ocultado su deseo de subirse al carro de Iberdrola para influir después en la reordenación pendiente del sector... y llevarse un buen pellizco. Su entrada en Unión Fenosa, cuando la burbuja inmobiliaria estaba en plenitud y los bancos prestaban a manos llenas, fue la manera de garantizarse una plataforma desde la que dar el gran salto que convertiría a los socios de ACS en reyes del kilovatio.  

No contaban con la resistencia que Sánchez Galán iba a oponer a esta acometida, mediante una política de compras que ha elevado el volumen (y por ende el precio) de Iberdrola y reforzando los ya de por sí disuasorios mecanismos de blindaje de la compañía. De hecho, hoy por hoy, la entrada de Florentino Pérez en el consejo de administración de Iberdrola es una quimera, a pesar de que controla un 12% del capital y de que con su próxima salida de Unión Fenosa desaparece la incompatibilidad que hasta ahora la imposibilitaba.

Sánchez Galán y los suyos se han conjurado para impedir a toda costa que adquiera alguna influencia en la gestión un socio tan indeseado, aunque en el mundo de los negocios nada es imposible mientras haya dinero suficiente.

Una pesada deuda

El problema de ACS es que no anda sobrado efectivo, ni el mercado financiero es proclive a apoyar operaciones de este tipo con la que está cayendo. Además, la prioridad de Florentino Pérez, mal que le pese, es reducir la pesada carga de su deuda, que ronda los 12.000 millones una vez descontada la de Unión Fenosa. Otra cosa no sería bien recibida por sus acreedores, muy castigados ya por los grandes quebrantos que les ha deparado sobre todo el sector inmobiliario.

Otro campeón nacional

La venta de Unión Fenosa a Gas Natural, cuando se materialice, proporcionará a ACS la friolera de 7.600 millones, a razón de 18,33 euros por acción, un precio que está un 57% por encima de la cotización bursátil que tenía la eléctrica gallega antes de que a finales de julio se anunciara la operación. Los catalanes pagaron esta importante prima para no perder la oportunidad de montar el gran grupo energético que históricamente han añorado.

Justos por pecadores

Por eso, a Gas Natural le enerva la posibilidad de que los desencuentros entre Iberdrola y ACS acaben por fastidiarle el negocio o, al menos, lo demoren eternamente. El presidente, SALVADOR GABARRÓ, y el consejero delegado, RAFAEL VILASECA, ya han advertido públicamente a quien pueda interesarle que no están dispuestos a recibir en su trasero patadas que deberían tener otro destinatario. Van a arriesgar 17.000 millones y es lógico que pidan un respeto.

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