Con negritas

El inesperado golpe de efecto de la CAM

Ala CAM le ha costado encontrar pareja en el baile de las fusiones, pero al final  puede darse sin duda con un canto en los dientes. Después de recibir calabazas sucesivamente de Caja Madrid, de Caja Murcia y de la BBK, la entidad alicantina ha hecho un matrimonio que le salva la cara. Junto con Cajastur, va a liderar una operación en la que estarán también Caja Extremadura, Caja Cantabria y lo que quede de Caja Castilla La Mancha. En total, 135.000 millones de euros en activos, 2.300 oficinas y 14.000 empleados: el quinto grupo financiero de España.

Tal y como se había puesto el panorama, una salida tan airosa no aparecía ni en los mejores sueños del presidente de la CAM. Con el Banco de España pisándole los talones, MODESTO CRESPO había llamado a todas las puertas. Sin embargo, nadie le atendió porque eran demasiadas sus exigencias. Hasta que el viernes cayó Cajasur y tomó cuerpo el fantasma de una intervención ominosa. La CAM podía ser la siguiente.

Contra todo pronóstico, el salvavidas no ha venido de los predios del PP, aunque es verdad que en su día Crespo tuvo la opción de Bancaja. FRANCISCO CAMPS pretendía unir las dos grandes cajas de la Comunitat Valenciana, igual que ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO ha hecho después en Galicia. Pero la CAM, que sigue controlada por EDUARDO ZAPLANA, se negó en redondo aprovechando la debilidad de un presidente de la Generalitat distraído con sus peripecias judiciales.

Crespo será el presidente de la entidad resultante de la operación. Sin embargo, los poderes ejecutivos recaerán sobre MANUEL MENÉNDEZ, máximo responsable de Cajastur, que es la auténtica ganadora en la operación. Al tratarse además de una fusión fría, de una SIP, los socios conservarán intactas sus respectivas marcas, sus actuales órganos de gobierno y su obra social. O sea que la CAM, durante una buena temporada, continuará existiendo como tal, cosa que en otros escenarios nadie podía asegurarle.

Quien probablemente se haya quedado con un palmo de narices es RODRIGO RATO, que aún no había perdido la esperanza de que la CAM rebajara sus pretensiones para aliarse con ella y cuya aspiración de poner en jaque el firme liderazgo de La Caixa se antoja hoy algo menos realizable.

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