Con negritas

El panorama empieza a despejarse para Iberia

La esperada fusión de Iberia y British Airways va a coincidir con un cierto repunte del negocio, después de dos años consecutivos de pérdidas. Según las previsiones de la IATA, la industria cerrará el ejercicio en curso con unos beneficios cercanos a los 2.800 millones de dólares, muy inferiores a los 12.900 millones de 2007, pero que muestran un significativo cambio de tendencia.

Las compañías europeas, en cambio, no podrán echar todavía este año las campanas al vuelo, debido sobre todo a los efectos sobre el tráfico aéreo de la nube volcánica y de las protestas de los trabajadores contra los ajustes de personal adoptados.

Precisamente, British es una de las grandes perjudicadas por las movilizaciones, entre otros de los tripulantes de cabina, que han protagonizado varias tandas de paros en lo que va de 2010, con el consiguiente perjuicio para las operaciones.

Iberia, al menos de momento, ha conseguido capear la conflictividad laboral, aunque ha puesto sobre la mesa la necesidad de un fuerte recorte de los costes de sus vuelos de corto y medio radio, con el fin de hacer frente a la competencia de las low cost y del AVE. Si no llega a un acuerdo con los sindicatos antes de agosto, los gestores de la aerolínea han anunciado su intención de lanzar una nueva para prestar en condiciones más favorables esos servicios.

Tan cerca deben de verle las orejas al lobo que el Sepla, reacio habitualmente a ceder terreno, se ha avenido a aceptar que los pilotos que se incorporen a Iberia cobren menos, a cambio, eso sí, de que los que ya están en plantilla conserven todos sus derechos.

El Sepla, no obstante, es uno de los principales avalistas de la fusión con British, pues siempre la ha visto como una buena oportunidad de crecer en un ámbito donde la concentración empresarial avanza a marchas forzadas como respuesta al flagelo de la crisis.
El proyecto acaba de recibir un notable impulso al aceptar los administradores de los fondos de pensiones de British el acuerdo entre los trabajadores y la compañía para garantizar su supervivencia. Cuando el regulador británico le dé su bendición también, se habrá removido el último obstáculo que se interpone en el camino hacia una integración muy compleja.

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