02/06/2011

Nadie sabe a ciencia cierta qué resquicio habrán visto la patronal y los sindicatos para, a pesar de los pesares, no suspender de momento las negociaciones sobre la reforma de los convenios. Unas negociaciones que estuvieron el martes al borde de la ruptura, después de que la CEOE sacara del fondo de su zurrón exigencias que ya habían sido orilladas, como la máxima desregulación posible de las relaciones laborales y la generalización del despido barato.

El instigador de esa maniobra fue el líder de la organización en Madrid, ARTURO FERNÁNDEZ, cuya identificación con la presidenta de la Comunidad, ESPERANZA AGUIRRE, es sobradamente conocida. Fue él quien promovió un tajante documento contra la manera en que se estaban conduciendo las negociaciones, presentado en la junta directiva posterior a las elecciones locales y autonómicas celebradas el pasado 22 de mayo.

Ese documento era un misil en la misma línea de flotación del presidente de la CEOE, que aspiraba a sacar algún partido, por mínimo que fuera, del tira y afloja con los sindicatos. Pero JUAN ROSELL hizo de tripas corazón y puso de nuevo sobre la mesa las propuestas que incluía, habida cuenta el significativo respaldo que otros

dirigentes les prestaron.
Aquello arruinó muchos meses de arduo trabajo, en los que fue emergiendo con extrema dificultad el mínimo común denominador de ambas partes. Según ha revelado IGNACIO FERNÁNDEZ TOXO, el acuerdo estaba prácticamente hecho cuando se presentó Rosell con la vieja lista de reivindicaciones empresariales y dejó con un palmo de narices a los sindicatos.

El Gobierno se tomó muy mal ese desaire, sobre todo después de haber anunciado un pacto inminente, y amenazó ayer con aprobar la reforma mediante un decreto que no iría más allá de donde la negociación haya llegado. Tras el aviso, CEOE, UGT y CCOO decidieron darse una última oportunidad, aunque sin mucho entusiasmo, pues todos son conscientes del escaso margen de maniobra que a estas alturas le queda a Rosell.