Salud en positivo

Y después del covid-19… ¿Qué?

Ilustración: Verónica Montón Alegre.
Ilustración: Verónica Montón Alegre.

Vivimos unos días enormemente complejos, en lo personal, familiar, social e institucional. Para muchas personas, para la población en general, posiblemente sean estos los momentos más complicados de sus vidas. Para un elevadísimo número de conciudadanos y conciudadanas, de amistades, de familiares estos han sido sus últimos días.

Mi primer pensamiento va para todos ellos y ellas, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, y por supuesto para sus familiares que en muchos casos no han podido ni acompañarlos en sus últimos momentos de vida, ni han podido rendirles el homenaje póstumo que hubieran deseado.

Como profesional de la salud me he pasado la mayor parte de mi vida laboral en una Unidad de Cuidados Intensivos y en los servicios de Urgencias de un gran hospital como es el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Conozco y siento lo que están pasando mis compañeras y compañeros  en Asturias y en el resto del país, porque he compartido con ellos muchos años y por ello quiero trasladarles el orgullo como ciudadano y como profesional de la salud por lo bien que están haciendo las cosas, por su esfuerzo desinteresado e incansable, por su trabajo callado en agotadoras horas de estrés, por su capacidad de organización y de empatía con los pacientes.

En estos momentos tan complicados hay dos datos que ponen de relieve la valía de nuestros profesionales y la capacidad de un sistema sanitario público como el que hemos construido en España y que es trabajo de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de España.

El primero, la respuesta que están dando todos los profesionales sanitarios y no sanitarios. El compromiso de los médicos, médicas,  y muy especialmente de intensivistas y urgenciólogos, sin menoscabo del resto. El valor que aporta la enfermería, y el resto de las categorías profesionales de nuestro sistema sanitario público y la capacidad de la Atención Primaria de orientar sus esfuerzos a lo que en este momento aporta más valor. Os doy la enhorabuena por ello.

El segundo es un elemento que, por su complejidad, solo es posible en estos momentos en una sanidad tan preparada y tan bien engranada como la nuestra. En medio de la mayor crisis sanitaria vivida en el mundo que nuestros hospitales sigan realizando técnicas tan complejas como los trasplantes, la diálisis, que sean capaces de atender lo prioritario con la mejor medicina que existe, prestar los tratamientos necesarios y realizar las intervenciones que comprometen riesgo vital, y establecer un orden claro de prioridades, basados en criterios científicos y no en la edad, como algún desaprensivo recientemente ha propuesto,  es una buena muestra, una más, de que tenemos los profesionales, el sistema y una de las organizaciones más preparadas del mundo, que resiste aún en tiempos de durísima necesidad.

Como médico, y también como gestor sanitario, estoy francamente orgulloso de haber contribuido durante 43 años de mi vida profesional, aunque sea en una mínima parte, a conseguir que todo ello sea posible y perdurable en el tiempo. Esta crisis debe posicionarnos, a todos, profesionales, ciudadanía, gestores y políticos, a concienciarnos que solo un Sistema Sanitario Público fuerte es garante de la salud y la supervivencia poblacional, que nos posicione en la obligatoriedad de invertir con presupuesto finalista y a entender de una vez por todas que los presupuestos en Salud son una Inversión y no un gasto. Creo que la tozuda realidad ha puesto esto que digo en su sitio.

Nadie duda de la satisfacción de la buena labor de las y los profesionales de Salud Pública sin cuya ayuda y guía estaríamos ante una situación mucho más compleja. La decisión de cerrar colegios y centros, espectáculos de masas, el confinamiento de las personas con síntomas de infección respiratoria y el aislamiento de sus contactos directos, bajo control estricto de la Atención Primaria y la suspensión de la actividad no urgente en hospitales habilitó camas en estos para prepararse a lo que llegaba, han sido algunas de las claves de que estemos llegando al punto álgido de la pandemia, con reservas de camas hospitalarias y de intensivos, eso sí con el agotamiento importante, físico y sobre todo emocional, de las plantillas que están en primera línea.

Pero, detrás de lo que sucede hay también decisiones políticas. Una decisión política ha sido la de disponer de un sistema sanitario público, universal, equitativo y gratuito en el momento de la prestación como el que tenemos, que responde a situaciones de crisis como la actual y que se comporta mucho más eficaz y eficiente que aquellos otros sistemas donde hay preponderancia de la sanidad privada e individual, la que cada uno se puede pagar.

Es una decisión política disponer del suficiente número de hospitales y una extensa red de Atención Primaria en el sector público, distribuidos por el territorio y que contribuyen a fijar población en el medio rural con el importante problema de vaciamiento demográfico, cada vez más patente.

Es una decisión política destinar presupuestos suficientes, por persona protegida, para mantener este sistema que nos permita salir de esta situación de crisis sanitaria que estamos pasando y de las que con certeza se presentarán en un futuro.

Y como estas, hay decenas de decisiones políticas que marcan los diferentes comportamientos y salidas a la crisis en distintos lugares del mundo. Cuando llegue el momento del análisis reposado estaremos aún más satisfechos, más convencidos de que el modelo sanitario público y ningún otro, responde con eficacia, en momentos de crisis colectiva.

Médico, gestor sanitario, político, y confesionalmente desde los 16 años hombre de izquierdas. Por eso tampoco me conformo con el status quo de las cosas y creo que esta crisis también nos ha dejado algunas evidencias.

La primera que no podemos hacer una buena sanidad, y menos aún defender una sociedad acorde a los tiempos, si no le prestamos la máxima atención a otra de las patas del bienestar poblacional. Debemos hacer un esfuerzo por el desarrollo de los servicios sociales que estamos viendo cómo están siendo claves en el devenir de la pandemia en nuestro país y no están dando la talla.

Debemos aportar, de una vez por todos, los recursos que precisa la ley de Dependencia, desde las administraciones central y periférica y establecer un sistema sociosanitario a la altura de las necesidades, y más importante a la altura de las personas que más contribuyeron al desarrollo de la España actual y que están llegando ya muchos de ellos a la ancianidad.

Creo que desde el Sistema Sanitario podemos aportar mucho a ese desarrollo sociosanitario a la vez que afrontamos nuestros retos pendientes: mejorar la equidad de las prestaciones en el conjunto del país, apoyar la excelencia, afrontar el relevo generacional de profesionales, comprometernos de verdad con la investigación biomédica y el desarrollo de un potente tejido empresarial ligado al sector salud, apostar por la innovación, retirar del sistema todo lo que es innecesario y resta valor, seguir formando excelentes profesionales y hacerlo todo para conseguir un trato cada día más eficaz, más eficiente, más empático con las personas y basado en la mejor eficiencia.

Tienen en este país, en España, muchos una memoria muy frágil, o les pierde el fanatismo ideológico, pero una de las peores épocas para la Sanidad fueron las medidas tomadas contra ella en el año 2012, las medidas para ¨solucionar" la crisis económica",  que descapitalizó y empobreció a los profesionales y anulo de raíz las inversiones en el conjunto del Sistema Sanitario.

Flaco favor haremos a las y los españoles si de esta crisis no aprendemos lecciones claras y programamos soluciones.

Habrá más crisis sanitarias, iguales o parecidas en los próximos años, por lo que será imprescindible con la experiencia que saquemos ahora, desarrollar un Plan de Estratégico de Análisis y Actuación ante situaciones de pandemias sanitarias, para reducir la improvisación y aumentar la celeridad en la toma de respuestas eficaces.

Potenciar los servicios públicos, sanitarios, y los no sanitarios aumentando la inversión económica, en equipamientos y en personal ya que nadie creo tendrá hoy la osadía de discutir que la inversión en servicios públicos esenciales no es un gasto es una inversión, con resultados palpables en salud y en vidas.

Desarrollemos industrias propias, en bienes y servicios esenciales. La experiencia de esta crisis nos está demostrando la mínima solidaridad entre países.

Planteemos la existencia de reservas estratégicas de productos para cuidar a nuestros pacientes y proteger a nuestros compañeros y compañeras, a las y  los profesionales de todos los sectores prioritarios públicos y privados.

Protejamos el sector primario, pesquero, ganadero y agricultor, sin olvidarnos de la distribución, el transporte y el comercio, que están abastecimiento de productos a la población con un trabajo callado y de la máxima efectividad.

Seamos duros, muy duros, sirviéndonos del brillante trabajo de los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, del Ejército y de Policías locales con los desaprensivos, con los insolidarios, que son incapaces de quedarse en casa leyendo una novela o viendo la televisión u oyendo la radio, lo único que les pedimos, cuando otros muchos españoles nos estamos jugando la vida por ellos. No merecen el respeto y solo el desprecio más absoluto de la sociedad.

FIRMANTES DEL BLOG

  •  Francisco del Busto de Prado. Exconsejero de Sanidad del Gobierno del Principado de Asturias
  • Académico Correspondiente de la Real Academia Medicina Asturias
  • Médico Intensivista, jubilado y reincorporado por el COVID.
  •  Carmen Montón es embajadora observadora permanente ante la Organización de los Estados Americanos y ha sido Ministra de Sanidad, consumo y bienestar social y Consellera de Sanidad.
  • Ricardo Campos. Médico Oftalmólogo. Ha sido Secretario General del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y subsecretario autonómico de sanidad.
  • Rafael Sotoca. Médico de familia y activista sanitario. Fue director general de asistencia sanitaria de la Comunidad Valenciana.
  • Begoña Frades García. Psiquiatra y jefa del área de salud mental del Hospital Pare Jofre. Ha sido coordinadora autonómica de salud mental.
  • José Antonio López Cócera es enfermero especialista en salud mental y miembro de la comisión nacional de la especialidad.
  • Isabel González. Médico radiólogo. Fue jefa de servicio y profesora asociada de radiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche así como Directora Gral. de la Alta Inspección y gerente de los departamentos de salud de San Juan de Alicante y La Ribera (Alzira)
  • Enrique Ortega. Médico especialista en enfermedades infecciosas y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas, Emergentes e Importadas. Ha sido profesor asociado de de medicina de la Universidad de Valencia y Director Gerente del Departamento de Salud Hospital General de Valencia
  • Ana BonedOmbuena. Médico de familia y técnico superior de salud pública de la Consellería de Sanitat Valenciana. Máster en salud pública por la U. de Harvard.
  • Antonia García Valls. Asesora coordinadora en la Vicepresidencia Cuarta, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Ha sido diputada en el congreso de los diputados.
  • Pere Herrera de Pablo. Medico de familia y médico SAMU. Ha ejercido como director del Servicio Emergencias Sanitarias de la Comunitat Valenciana.
  • Roser Falip Barangué. Doctora en Medicina y especialista en medicina de familia y en análisis clínicos. Ha sido gerente del departamento de salud de Alcoy.
  • Aurelio Duque Valencia. Médico de Familia y Comunitaria y representante sindical. Ha sido presidente de la Sociedad Científica de Medicina Familiar en la Comunitat Valenciana.
  • Verónica Montón Alegre. Artista interdisciplinar. Ilustradora del Blog Coronavirus en positivo.
  • Juan Domene. Médico Inspector en el servicio de calidad asistencial y seguridad del paciente. Ha sido gerente del departamento de salud Arnau de VilanovaLliria.

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