De cara

Lo grande es el plan

No es una novedad que el fútbol español deslumbre en sus categorías inferiores, aunque había perdido la costumbre. Lo original del éxito que ayer se consumó es que prolonga la hegemonía de la absoluta y, sobre todo, que es consecuencia directa de la fe en un estilo. No es tanto que aparezca de forma natural una hornada de jugadores fabulosos como que manda una manera de jugar que sólo manejan los nuestros, porque se atreven y lo desarrollan con entusiasmo y convencimiento, y que les pone en ventaja con respecto a los demás.

España ya sabe a lo que juega, de norte a sur, a los 30 años y a los 15. La conecta una seña de identidad. A través de la pelota, del estilo con el que se toca y se gana, España, esté quien esté bajo su camiseta, se ha cosido el sello ganador que nunca tuvo. Su jugador se siente fuerte y capaz, superior, un elegido para manejar el balón como a otros no les alcanza. Y el contrario se encoge y tiembla, admira, concede sin rechistar el rol protagonista.
Ya no es que estén Xavi o Iniesta al volante (o Thiago, su extensión). Es que está un mapa inconfundible, la posesión masiva, el respeto por la pelota. La Roja no era sólo el premio a un buen día, la obra aislada de una generación. La Roja era una idea, la mejor. Una forma de jugar que también ha cubierto de oro a La Rojita. Fue otro buen final. Pero no lo duden, lo grande, lo diferente, es el plan.

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