Fuego amigo

El tomate de los Trillo-Figueroa

Confieso mi pecado: cuando leí que el abogado de El Solitario, el atracador más buscado por la policía española, se apellidaba Trillo-Figueroa Martínez-Conde, con dos guiones y un palito, como el miembro del Opus Dei Federico Trillo, el que fue ministro de Defensa con Aznar, héroe de Perejil y gran embustero del caso Yak-42, cuando vi apellidos tan principales envueltos en la bufonada de rueda de prensa que se montó con su defendido (lo tiene claro, el pobre atracador), confieso que me abalancé a Google para buscar carnaza, como una maruja cualquiera de la información.

Y vaya si la encontré. Se llama José Mariano, es el séptimo de la familia, y parece ser la oveja descarriada en una familia de tanta alcurnia y guiones enlazados. Le apasiona salir en las salsas rosas y los tomates de la televisión, fue abogado defensor de la parricida de Santomera, La Paquita, defensor del no menos controvertido abogado Emilio Rodríguez Menéndez, defendió al Dioni, a la Dulce Neus y a procesados por el GAL. Estuvo implicado en la grabación y difusión del video sexual de Pedro Jota, y se pasó seis años en la cárcel por asuntos de consumo de heroina, a la que estuvo enganchado al menos 17 años, según confesión propia. Una joya de chico.

Anteayer montó una rueda de prensa para afirmar que su defendido atracaba bancos "para liberar al pueblo español" de los atracos de los propios bancos. Los periodistas se quedaron con los ojos a cuadros ante la colosal bufonada del penúltimo de los Trillo-Figueroa Martínez-Conde, un tipo violento que en noviembre de 2002 entró en el colegio de Abogados de Madrid para pedir explicaciones por un expediente que se le había abierto, y acabó a tortas con los funcionarios.

Su espíritu violento lo cultivó, al parecer en una célula de extrema derecha llamada "Línea de Ataque Nacional 20 N", donde se manejaba con largueza la goma-2 y las pistolas. Es tan piadoso como su ilustre hermano, aunque al parecer no milita en el Opus Dei a pesar de que desde pequeño soñaba con ser Papa, nada menos. Dice que en la década de los 80 se presentó a los premios Planeta con una novela de título "La Biblia Segunda Parte" bajo el seudónimo, ¡cómo no!, de Santidad, y asegura que descubrió a dios en la cárcel. Buen sitio para encontrar a dios.

Como veis, queridos niños que leéis esta salsa rosa, nada que ver con la edificante vida de su hermano, el seguidor del santo Escrivá de Balaguer, porque el ex ministro es centrista, aunque de los de la extrema derecha de Aznar, y en vez de defender, como su hermano, a lo más folclórico de los delincuentes mediáticos, dedicó su vida entera a defender a todos los españoles de la invasión, por parte de las tropas marroquíes, de nuestro suelo patrio, en el episodio, ya histórico, de la isla de Perejil ("Al alba y con tiempo duro de levante..."). Y su actuación como ministro de Defensa en el caso del Yak-42 no es menos meritoria: los familiares de los militares muertos en aquel avión que jamás debió utilizarse para otra cosa que para transportar ganado le tienen todos los días en sus oraciones y se acuerdan mucho de su madre, la madre de ocho juguetones Trillo-Figueroa Martínez-Conde.

No sé por qué os traigo a colación la semblanza de ambas vidas paralelas. Porque, la verdad, bien mirado, no se parecen en nada.

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