Traducción inversa

La isla de la basura

A principios de agosto salieron de San Francisco y San Diego, respectivamente, dos expediciones oceanográficas en dirección al Pacífico septentrional. La cosa no tendría mayor importancia, pero lo que singulariza este doble viaje es su objetivo. Los dos barcos implicados –el New Horizon y el Kaisei- se dirigían a una extraña isla artificial, situada al noreste del archipiélago de Hawái. Esta isla está formada por residuos flotantes. Basura, simplemente; esto es: toda clase de envases y botellas, pequeños electrodomésticos, ruedas de automóviles, muebles y ese tipo de cosas que nuestra civilización suele desechar. Por algún motivo, debido al sistema de corrientes del Pacífico, toda esa mierda ha acabado convergiendo en ese punto y ha formado un islote gigantesco de un millón de metros cuadrados en aguas internacionales.

  Aunque el fenómeno era conocido desde 1997, es ahora cuando los organismos científicos mundiales se están planteando qué hacer. Las consecuencias sobre la vida marina y los posibles efectos contaminantes de este montón de basura son impredecibles, así que parece lógico que las autoridades competentes estén empezando a reaccionar.

  Esta historia, naturalmente, tiene muchas moralejas. También fuera de nuestra atmósfera se acumulan islotes de la llamada "basura espacial". De una manera u otra, la humanidad produce demasiada porquería y es obvio que el planeta se resienta por ello. Quizá ahora, cuando alguien eche un preservativo usado en el wáter o una lata de cerveza vacía a un río se lo piense dos veces. Aunque me da en la nariz que no va a ser así –y ojalá me equivoque.

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