Traducción inversa

Devolver competencias

Como serpiente de verano pudo haber funcionado, aunque las he visto mejores. De pronto, todos los presidentes autonómicos del PP salieron a la palestra a entonar el mismo himno: Devolver competencias. Como la crisis apretaba de lo lindo, estos tipos tuvieron su genial idea: antes que gestionar la justicia (o la educación o la sanidad) con números rojos mejor endosársela al Estado. Muy bonito, claro. Ahora imaginémonos, por un momento, que esa actitud se generalizase. Es como si contratas a un chófer y, una vez en su puesto de trabajo, la primera cosa que te dice es que sería mejor devolver el coche al concesionario. Entonces vas tú y despides al chófer, ¿no?

No podemos despedir a los políticos incompetentes (sin competencias), puesto que los han votado ciudadanos que quizás también tienen sus lógicas limitaciones competenciales. Lo que si podemos preguntarnos es qué demonios hace esta gente en los puestos que ocupa. Que yo sepa, no es obligatorio regir los asuntos públicos. Si tú no crees en la sanidad o en la educación pública, entonces ¿por qué te postulas para gestionarlas? Lo primero que se le debería exigir a un político es que creyera en la cosa pública. Si no, pues que se vaya a Telefónica (empresa privatizada por los que no creían en lo público, por cierto) a cobrar su buen sueldo a cuenta de los accionistas.

Esta teoría, lo reconozco, es un poco ingenua. Qué sería de algunos políticos, en realidad, si no pudieran meter la mano en los presupuestos públicos. Ahí tienen ustedes lo que hizo durante años la Generalitat Valenciana con la CAM. Nada mejor que una caja de ahorros para disponer de ellos para caprichitos sin importancia. Que si financiar Terra Mítica o la Fórmula 1, y muchos otros proyectos igualmente inútiles y deficitarios. Se perdió el dinero pero ¡con qué grandilocuencia, con qué elegancia, con qué alardes de nuevo rico!

Y es que algunos políticos sólo creen en lo privado y en las privatizaciones, pero para llevar a cabo sus proyectos necesitan el dinero público. ¿Y si no hay suficiente dinero porque nos lo gastamos todo en la época del ladrillo feliz? No pasa nada: ahí tenemos a papá Estado. Le devolvemos las competencias con la misma determinación con que echamos la CAM a los lobos. Que se coman otros ese marrón. Y ahora, amigos, seguid votando a esos amados líderes. Y el último que apague la luz.

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