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Obama también lo intenta

Bajo el patrocinio de Barack Obama, israelíes y palestinos pusieron ayer en marcha un nuevo intento de resolver el conflicto que los enfrenta desde hace más de seis décadas. El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, manifestaron su voluntad de sacar este vez adelante el proceso, para lo cual se han comprometido a reunirse cada 15 días con el fin de encarrilar las negociaciones.

El propio historial de las conversaciones de paz de los últimos 20 años no invita precisamente al optimismo, por más que en alguna ocasión se hubiera estado cerca de un acuerdo. Además, Netanyahu y Abás tienen escaso margen de maniobra. El primero gobierna con el apoyo de varios partidos ultraderechistas reacios a cualquier concesión territorial a los palestinos. Y Abás se encuentra en una posición muy débil, que contrasta con la creciente influencia de Hamás en la franja de Gaza.

¿Qué elementos podrían empujar adelante el incipiente proceso? Quizá el buen hacer de los vecinos árabes, con Egipto a la cabeza. Y la sensación de muchos israelíes de que la prolongación del conflicto ya está minando los cimientos morales y anímicos del país. La primera gran prueba de esta nueva tentativa de paz tiene fecha: 26 de septiembre. Ese día vence la moratoria en la construcción de nuevos asentamientos que se impuso Israel bajo presión de Washington. Netanyahu deberá contener a algunos de sus socios más beligerantes de Gobierno, que se oponen a la renovación de la moratoria. Si no lo consigue, Abás no tendrá más remedio que abandonar las negociaciones.

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