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España recupera crédito en un escenario aún confuso

Después de soportar uno de los ataques especulativos más intensos de su historia reciente, que alcanzaron su máxima ferocidad entre abril y junio pasados, España vuelve a recibir crédito en los mercados financieros internacionales. El grifo se ha comenzado a abrir a raíz de la divulgación, el 23 de julio, de los resultados de las pruebas de estrés a las que se sometió una parte del sector bancario europeo, y en las que destacaron por su elevada participación y transparencia las entidades españolas. Desde el 20 de julio, cuando ya se intuían los resultados positivos de la prueba (excepto en el caso de algunas cajas), el Estado español y el sector privado –banca y grandes compañías– han obtenido en los mercados, mediante emisiones de deuda, 24.064 y 11.625 millones de euros, respectivamente.

La noticia es positiva, sin duda, pero hay que evitar de momento los triunfalismos, al menos por tres razones. La primera, porque la banca aún necesita en demasía las garantías del Estado para conseguir crédito en el mercado interbancario. Segunda, porque la prima que se paga por la emisión de deuda, aunque ha descendido un 24% respecto a su máximo del 16 de junio, sigue siendo muy alta con respecto a antes de la crisis. Y tercera, porque el dinero que está entrando al Estado y al sector financiero no llega con la misma fluidez a las pequeñas empresas y las familias. El Gobierno está embarcado en un plan de austeridad para contener el déficit y los bancos están utilizando el grueso del dinero fresco para sanear sus finanzas y prevenir nuevas turbulencias. En suma, hay avances, pero la normalización del sistema aún se muestra esquiva.

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